Capitulaciones del intelecto

Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo.

Groucho Marx.

sábado, abril 25, 2009

Día del Libro, día libre


Pues eso, que ha vuelto a pasar el Día del Libro, nuestro fastuoso Sant Jordi. Rosas y libros a pie de calle.... y gente que compraba, no me lo puedo creer. Encima ha salido un sol de justicia y se estaba muy bien (los que podían/no trabajaban, claro). Como era de esperar, el amigo Larsson y sus "Hombres que no amaban..." se han llevado el gato de las ventas al agua. Ya tiene bemoles que hasta para triunfar en el mercado literario hayas de estar muerto... Y su viuda que no ve un duro, la pobre.
Bueno, siguiendo la costumbre que sigo (cuando la sigo), me permito transcribir a continuación un artículo mío sobre la cosa esa de los libros. Ale, ya podéis clicar otro enlace y no seguir leyendo mis paridas:


ARTE ABSTRACTO.

Me da vergüenza admitirlo, pero confieso que una noche de verano dejé de mirar la tele. Que nadie se asuste, tamaña afrenta a las buenas costumbres tuvo su causa en un corte del suministro eléctrico que sumió a todo el vecindario en una profunda oscuridad. El caso es que aquella noche me encontré abandonado y a merced del aburrimiento. Bajo la tenue luz de un par de velas era imposible leer, la radio no tenía pilas y, mira por dónde, mi mujer dormía plácidamente. ¿Qué podía hacer yo en semejante tesitura? Lo reconozco, era tal mi desesperación que me puse a pensar.
Lo cierto es que, sin darme cuenta, comencé a charlar con mi propia sombra. Aunque ambos no nos relacionamos mucho, reconozco sin pudor que ella es mucho más inteligente e instruida que un servidor. Su cultura abarca grandes conocimientos, pues siempre ha huido de las luces y oropeles, centrándose en el estudio del ser humano. Por ello no fue de extrañar que, tras una primera toma de contacto, su conversación derivara hacia temas mucho más profundos que el último expulsado de "Gran Hermano".
—¿Qué opinas del arte? —me preguntó de sopetón.
—...
—Vale —continuó sin amilanarse—. Comúnmente tiene la consideración de arte toda actividad humana que pueda ser objeto de juicio estético. Por supuesto, existen muchas formas de expresión artística, ya sea como pintura, escultura, música, arquitectura o incluso escritura. ¿Estás de acuerdo conmigo?
—...
—Bien. Entonces admitamos que el arte, como finalidad suprema, busca expresar la esencia de un concepto. Ello nos lleva a una forma de representación mucho más pura, el llamado arte abstracto.
—¿Todavía no ha venido la luz? —me atreví a preguntar algo inquieto a la vez que manipulaba sin resultado el mando a distancia de la tele.
—Calla y escucha. Partiendo de la premisa que el arte abstracto nos describe la esencia de un concepto en su estado más puro, previamente separado de todo lo que estaba en relación con él, dime según tú cuál de todas las formas de arte resulta más abstracta.
—...
—Yo, tras largas noches de estudio, he llegado a la sorprendente conclusión de que el arte abstracto más puro es la escritura. ¿Te extraña?
—Psé.
—No negaré que las otras formas de arte tengan una gran capacidad de abstracción, pero ninguna de ellas puede competir con los significados profundos que esconden las palabras. Si yo ahora mismo escribo "silla" y esa palabra la leen mil personas distintas, en sus mentes se conformarán mil sillas diferentes y ninguna será del todo igual a las otras. ¿No es asombroso?
—Cierto, encontrar a mil sonados que quieran leer a estas horas sería una maravilla. De hecho, creo que encontrarles en cualquier momento sería prodigioso.
—La etimología sin duda es importante —mi sombra continuó hablando ignorando los comentarios que yo le hacía—, pero tanto o más resulta la etimografía. El hombre siempre ha querido codificar desde tiempos remotos la realidad que le rodea y para ello inventó los signos escritos. La escritura en Occidente tiene dos fuentes de las que se nutre: por una parte Mesopotamia y Sumeria, la zona que hoy conocemos como Iraq, donde hallamos signos cuneiformes grabados en tablillas de barro, y por otra Egipto y sus famosos signos sagrados, los jeroglíficos.
"Fueron los fenicios quienes sintetizaron la escritura de ambas civilizaciones, creando un híbrido al que llamaron alfabeto. El abecedario más antiguo que se conoce procede de dos letras fenicias que fueron absorbidas por el idioma hebreo: Alef (la representación del buey) y Bet (la de casa). Derivadas al griego dieron lugar a las letras alfa y beta, que como ya habrás deducido se transformaron en las primeras de nuestro alfabeto actual. Sorprende descubrir que ambas son derivaciones del lenguaje jeroglífico transformado por el tiempo. De hecho todas las letras de nuestro abecedario han sufrido una transformación similar, siendo originariamente representaciones jeroglíficas."
"El proceso de creación de nuestro alfabeto resulta en extremo apasionante y, si lo estudiamos, nos muestra el significado oculto que encierran sus signos. La letra A, por ejemplo, representa un antiguo dibujo egipcio de dicho animal en el que los cuernos son esenciales. ¡Y no te rías, que es muy serio! Tomemos otro ejemplo, la letra E: en realidad venía a significar un hombre con los brazos en alto, suplicando a los dioses. La C era un camello, la L un aguijón y la O un ojo. ¿Interesante, no crees? Porque hoy en día ya nadie ve semejantes representaciones en las letras. De hecho, hemos añadido una nueva dificultad al concepto: las palabras."
"Según estudios realizados recientemente, para entender un escrito no importa el orden en que las letras estén escritas en una palabra mientras la primera y la última se hallen en posición correcta. Queiro dicer que anuque ecrisba mal a porpostio una farse se me entednerá iugal. ¿Curioso, no es cierto? Ya no leemos cada letra por sí misma, la palabra se ha convertido en un todo. ¿Puedes hacer algo semejante con otra expresión artística? Tal vez, aunque dudo que fuera tan sencillo. Sin duda semejante fenómeno es posible porque la escritura deviene de la abstracción más pura, representa el concepto completamente descarnado. Es por semejante motivo que me aventuro a aseverar que se trata del arte abstracto por antonomasia. ¿Estás de acuerdo conmigo?"
—¡Mira, ya ha vuelto la luz! —grité aliviado.
En el acto me quedé enganchado ante las imágenes que surgían de la tele mientras mi sombra se batía en discreta retirada.
En "Salsa rosa" un famosillo hablaba de otra famosilla cotilleando sobre sus preferencias sexuales. A aquella hora millones de seres humanos permanecíamos unidos en comunión hertziana, todos pendientes de las palabras de tan egregio personaje.
¿Estupidez humana o arte abstracto?
Vete a saber.

Y e...e...e...e...eso es todo, amigos!