
Pues eso, que os sea leve.
Como dicen por ahí: "Vacacionado por cierre. Que molesten las disculpas" :-D
El menda se despide de vosotros hasta finales de setiembre... o hasta que se le acabe la pasta.
Lo que ocurra primero, jejeje.
Cautivo y desarmado el Inconformismo, las fuerzas de la Uniformidad han alcanzado sus últimos objetivos.
Al hilo de cierta polémica suscitada en las listas de la AEFCFT, una Asociación con casi más letras que socios, y que me perdone el bueno de Víctor por esta inocente "humorada", me ha dado por plantearme algunas cuestiones sobre la labor de escribir. Nada raro en mí, pues soy de tendencia filosófica y siempre estoy divagando.
A raíz de los comentarios leídos y de los intercambios que he mantenido con mi tocayo (a quien felicito por su nuevo blog, ya he colocado un enlace) poco a poco he ido viendo la luz. Bueno y generoso como soy (¡ja!), permitidme que os haga partícipes de mis reflexiones literarias.
No viene a cuento señalar Quién y Cómo ha suscitado mi reacción, bastante publicidad y autobombo ya se hace esta persona ella solita, sin necesidad de ayuda ajena. Además, no se trata de un caso aislado y tampoco me parece mal, si así disfruta la criatura y consigue vender libros. Cada cual es libre de aplicar las técnicas de marketing que crea más convenientes para su caso, no pretendo criticar semejante forma de actuar. Pero me sirve de ejemplo para comprender que incluso entre los/las escritores/as hay diferencias (que no clases, ey). Veamos algunas de ellas.
Así, a grosso modo, yo veo infinidad de matices. Pero todos ellos pueden agruparse en dos tendencias básicas, aunque haya quien esté en la frontera de ambas. A saber: los/las que escriben por el placer de escribir, y los/las que escriben por el placer de ser leídos. ¡Ahí es nada! Existe un abismo entre ambas formas de entender la literatura, desde luego.
Que alguien farde de haber vendido libros a turistas japoneses, quienes no entienden ni jota y lo mismo compran el tomo que el souvenir de una flamenca o una peineta, me descoloca un poco. Porque no nos engañemos, los japoneses no leerán el libro... a no ser que se apunten a clases de idiomas. Entonces tal vez exista una tercera tendencia: los que escriben para vender. Supongo que en esta lista podrían incluirse la mayoría de best sellers publicados.
¿Es malo escribir best sellers, es malo vender libros? ¡Noooo, por supuesto! Simplemente se trata de otro tipo de escritores/as. Es raro, pero a veces los best sellers vienen como llovidos del cielo, por ello hemos de diferenciar entre escritores/as que escriben obteniendo éxito y los/las que escriben para vender unos a veces más que dudosos "éxitos".
Yo, por mi parte, confieso que soy rarito. Cuando escribo, dentro de mis grandes limitaciones, trato de disfrutar con ello, aunque a veces me resulta casi una obligación. Nunca me imagino cuántos libros voy a vender... tal vez porque mi imaginación es limitada, vete a saber. El caso es que siempre trato de escribir lo que a mí me gusta, pensando tal vez erróneamente que si lo hago así a alguien más también le gustará leerlo. Nunca pienso en lo que el Público Abstracto quiere leer, Lo Que Se consume En El Mercado, sólo en lo que yo quiero escribir. ¿Soy egoísta por ello? No sé, la verdad. Ahora que he descubierto la existencia de gente que sólo escribe pensando en lo que cierto público quiere leer me siento un poco en falso, la verdad.
Hasta ahora siempre había creído que los/las escritores/as debíamos ser un poco cronistas de nuestra época, explicar de forma pausada lo que acontece y que a veces el devenir diario hace invisible, incomprensible o inaprensible. Y ello se explica incluso en relatos de fantasía, no hace falta "calcar" la realidad al pie de la letra. Para mí escribir es una forma de abrir nuevos caminos, de explorar historias, sentimientos, personajes y situaciones que permitan enfocar el mundo que nos rodea bajo una nueva perspectiva. Como todos los artistas, somos los últimos exploradores que se adentran en territorio virgen. Iluminamos lo que permanece oscuro, o mínimamente en penumbras. Aportamos ideas, actitudes, momentos y sensaciones para que un posible lector, tal vez alguien como nosotros, pueda seguir la senda que hemos abierto, explorarla si quiere o incluso dar marcha atrás. Pero al menos sabrá que otros caminos son posibles.
Todo esto, tan bonito y tan esotérico, se da de hostias con la forma de escribir de Cierta Gente. Cierto grupo que no abre nuevos caminos, más bien se limita a recorrer los ya usados. No aportan nada nuevo, repiten esquemas hasta la saciedad, como si todo estuviera ya aceptado. Un ejemplo es la mal llamada fantasía, que en manos de unos pocos tan repetitiva y poco fantasiosa se ha vuelto. Príncipes destronados, dragones, fábulas clonadas... un tal "Eagom" en otra "aventura" se llamará "Enrom", un orco será un trasgo, un enano será un diminuto, un hada será un ser de luz y un marciano será un plutoniano... y así dándole vueltas a la clásica fórmula. Porque en el fondo siempre Es Lo Mismo. Una y otra vez. Y dale Perico al torno. ¿Que semejantes historias tienen sus buenos lectores? Desde luego. Pero me parece a mí que no se les estimula en absoluto. Se juega sobre seguro, repitiendo esquemas de eficacia probada pero sin el menor atisbo de originalidad. Hasta que el público se harta con tanta repetición. Hasta que queman la fórmula. No pasa nada, se busca otra nueva y vuelta a empezar.
En las ventas ya hace tiempo que han caído las novelitas del Oeste, las policiacas, las de amor, hasta las de ciencia ficción... Incluso ahora las de terror y fantasía muestran signos de fatiga. ¿Cuáles serán las próximas? Tal vez la escritura en general, que ya no puede competir con los video juegos y la imagen. Entre todos la mataron y ella sola se murió...
Siempre existirá un selecto grupo de gente que lea, siempre existirá un selecto grupo de gente de escriba. ¿Escribir por el placer de escribir, escribir para ser leído, escribir para vender? ¿Por qué no todo junto? Y preferiblemente en ese mismo orden. Si os gusta escribir, escribid primero para vosotros, sólo después para los/las posibles lectores/as y luego, por último, para las más que improblables editoriales. Y que ellas vendan... si pueden.
En resumen, éste es mi muy modesto manual del ferpecto escribidor.
La Fira del Càntir de Argentona reúne a un montón de gente relacionada con el fascinante mundo de la cerámica. Cualquier adminículo imaginable que sea de alfarería puede verse y comprarse en la calle estos días. Como muestra, vuestro intrépido reportero adjunta una foto donde se ve un trozo de una de las numerosas calles que se llenan de paradas y de visitantes. Por cierto, que está tomada después de una lluvia "a cántaros" que nos cayó de súbito. Así y todo, ambientazo a tope, desde luego. Y para todos los públicos, porque también, entrada la noche, hay actuaciones musicales de todo pelaje. Desde sardanas, habaneras y baile popular hasta jazz y rock del más duro. ¡Viva la juerga!
Pero vayamos al tema: los cántaros. O botijos, que también se vale. Una de las costumbres de la fiesta es presentar (y vender) el denominado cántaro del año, siendo de algún lugar diferente cada vez. Así los espíritus coleccionistas pueden tener y aumentar una colección que se hunde en la geografía y en el tiempo, pues ya vamos por la 53 ava edición si la memoria no me flaquea. Para desesperación de Clara, mi voluntariosa media naranja, yo soy uno de esos intrépidos coleccionistas de fango.
Desde que hace ya tiempo nos instalamos en Argentona he mantenido la costumbre de ir comprando cada año el correspondiente botijo conmemorativo. Como consecuencia tenemos la casa repleta de adminículos de cerámica, más si tenemos en cuenta que mi hijo pequeño estuvo un tiempo aprendiendo a usar el torno en el taller y nos trajo un montón de trabajos suyos. Una afición compartida por la mayoría de vecinos del pueblo, que nos llena el hogar de objetos presuntamente decorativos.
Porque un botijo es un botijo, desde luego. Por mucha imaginación que los artesanos le pongan al asunto y mucho entusiasmo que yo posea, reconozco que a veces los ejemplares anuales tan sólo destacan del resto en una cosa: en su cada vez más exorbitante precio. Aunque es cierto el dicho de que sarna con gusto no pica...
Para muestra, un botón. Aquí tenemos la foto de uno de esos botijos que compro. Según Clara, es el más original. Aparte del laborioso trabajo y su dibujo en relieve, comentar que sí, que es de cerámica y no de metal. Cosa que a simple vista nadie diría por el colorido cobrizo que tiene. ¡Si todos fueran tan bonitos!
Aunque yo no me quejo, a todos les encuentro algo. Además, la belleza muchas veces se encuentra en el contraste de tenerlos todos expuestos en formación. Y realmente lo que resulta espectacular es caminar por las calles abarrotadas y contemplar ese montón de paradas de todo el mundo, pues por estas fechas nos llega a Argentona gente no sólo de toda España, también de otras partes de Europa, Africa y Sudamérica. Semejante amalgama de culturas dispares, todas focalizadas en un punto común (la cerámica), produce unos trabajos de artesanía muchas veces sorprendentes y sin duda atractivos. ¡Parece mentira lo que da de sí la imaginación humana a la hora de confeccionar un simple botijo! ¿Simple? No tanto, desde luego.
En fin, ya que estamos de vacaciones (0 casi) hoy sólo hemos hablado de bojitos. Pero es que llovía a cántaros.