Pues nada, ahí queda eso. Para que digan que sólo en EE.UU se hacen cosas buenas.
¿A que mola?
Cautivo y desarmado el Inconformismo, las fuerzas de la Uniformidad han alcanzado sus últimos objetivos.
Capitulaciones del intelecto
Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo.
Groucho Marx.
Groucho Marx.
sábado, noviembre 28, 2009
martes, noviembre 24, 2009
La cocina del infierno
Éramos pocos y parió la monja. ¡Peniténciate! Ahora nos sale la teóloga benedictina Teresa Forcades con su vídeo Campanas por la Gripe A, record de visitas en YouTube (se puede ser a la vez religioso y modelmo, qué caramba) y nos habla de la Teoría de la Conspiración. Así, a pelo, lo ha vuelto a manifestar durante un congreso celebrado este fín de semana en Barcelona, donde gente de todo pelaje ha llegado a negar no sólo la pandemia de gripe que nos acecha, también los atentados del 11-S.
Bien, sin llegar a semejantes extremos, uno debe reconocer sus dudas respecto a ciertas cuestiones oficiales que siempre me han parecido un poco (bastante) peliculeras. También soy de los que opinan que se ha exagerado sobremanera la tan cacareada pandemia y que de lo acaecido el acíago día del 2001 no sabemos ni la mitad. Sospecho, como la mayoría de gente, que las industrias farmacéuticas están haciendo su agosto a costa del miedo inducido de la población, vendiendo unas vacunas de dudosa eficacia y que por suerte sólo nos han de proteger contra la gripe, sea de la letra que sea.
En definitiva, menos histeria y más historia. Sin duda en los grandes fogones de las multinacionales están cocinando un caro guiso que nos quieren hacer tragar en forma de menú del día. ¿Crisis, qué crisis? ¡Vacúnate, caramba! No diré yo nada en contra, por supuesto, pero qué oportuna ha sido la gripe A para sanear ciertas cuentas de resultados. Y para mantener a la ciudadanía entretenida, que no todo ha de ser partidos de fútbol y/o escándalos político/financieros. Pan y circo en versión siglo XXI.
Lo cual me hace recordar la noticia que me han contado hace poco. Un cliente del Bulli de Ferrán Adriá, el mejor restaurante del mundo mundial, tras acabar su menú se comió la cuenta el otro día, creyendo que era uno de sus exquisitos y deconstuídos platos que le iban siriviendo. El hombre vió la presentación tan exquisita, con bombones y todo, que ni corto ni perezoso se zampó la nota con el precio. Ignoro si sus papilas gustativas le hicieron alcazar el éxtasis con semejante ingesta. Lo cierto es que al final no pagó por el ágape y todavía se hallan discutiendo la jugada, ahora de forma judicial. ¿Habrá encontrado este hombre una nueva vacuna para no pagar la cuenta? ¿Si te comes la nota quedas inmunizado contra la factura? Mmm. Habrá que preguntarle a la monja Forcades, a ver qué opina como experta.
Yo, por si acaso, seguiré comiendo simples bocatas. Y pagándolos...
Bien, sin llegar a semejantes extremos, uno debe reconocer sus dudas respecto a ciertas cuestiones oficiales que siempre me han parecido un poco (bastante) peliculeras. También soy de los que opinan que se ha exagerado sobremanera la tan cacareada pandemia y que de lo acaecido el acíago día del 2001 no sabemos ni la mitad. Sospecho, como la mayoría de gente, que las industrias farmacéuticas están haciendo su agosto a costa del miedo inducido de la población, vendiendo unas vacunas de dudosa eficacia y que por suerte sólo nos han de proteger contra la gripe, sea de la letra que sea.
En definitiva, menos histeria y más historia. Sin duda en los grandes fogones de las multinacionales están cocinando un caro guiso que nos quieren hacer tragar en forma de menú del día. ¿Crisis, qué crisis? ¡Vacúnate, caramba! No diré yo nada en contra, por supuesto, pero qué oportuna ha sido la gripe A para sanear ciertas cuentas de resultados. Y para mantener a la ciudadanía entretenida, que no todo ha de ser partidos de fútbol y/o escándalos político/financieros. Pan y circo en versión siglo XXI.
Lo cual me hace recordar la noticia que me han contado hace poco. Un cliente del Bulli de Ferrán Adriá, el mejor restaurante del mundo mundial, tras acabar su menú se comió la cuenta el otro día, creyendo que era uno de sus exquisitos y deconstuídos platos que le iban siriviendo. El hombre vió la presentación tan exquisita, con bombones y todo, que ni corto ni perezoso se zampó la nota con el precio. Ignoro si sus papilas gustativas le hicieron alcazar el éxtasis con semejante ingesta. Lo cierto es que al final no pagó por el ágape y todavía se hallan discutiendo la jugada, ahora de forma judicial. ¿Habrá encontrado este hombre una nueva vacuna para no pagar la cuenta? ¿Si te comes la nota quedas inmunizado contra la factura? Mmm. Habrá que preguntarle a la monja Forcades, a ver qué opina como experta.
Yo, por si acaso, seguiré comiendo simples bocatas. Y pagándolos...
sábado, noviembre 21, 2009
Quien tiene un amigo, tiene un facebook
Resulta extraño, pero tengo un amigo que no está en Facebook. Al menos uno, añado, porque nunca se sabe, ni todo lo que hacen los amigos, ni todo lo que corre por Facebook. Sea como fuere, después de recibir en su correo electrónico tropecientos mensajes con el consabido "Visita mi perfil de Facebook" mi amigo comienza a estar un poco harto del tema. No sabe qué hacer para que le dejen tranquilo, y eso que no tiene el más mínimo interés en unirse a ninguna de las mal llamadas redes sociales, las cuales tienen mucho de redes pero poco de lo otro. Y eso que, como digo, él no se mueve por el muro ni recibe "sugerencias" para aumentar las amistades y/o hacerse seguidor de Esto o Aquello.
El caso es que yo le entiendo muy bien. De hecho no hace mucho que un servidor se ha unido a la Cosa y también empiezo a estar hasta la coronilla. Seamos sinceros: el 99 por ciento (y soy generoso) de los comentarios que se escriben en el dichoso muro son banalidades, paridas y ganas de pasar el rato, la mayoría escrito por gente que se aburre en casa o en el trabajo y tiene acceso a Internet. Lo que por norma suele escribirse resulta un cruce entre el diario chorras de Bridget Jones y los mensajes de las galletitas de la fortuna chinas. Por supuesto, también está el aspecto comercial; se montan grupos para "vender" cualquier cosa o idea, desde el (presunto) talento de un artista, pasando por la típica página web o revista electrónica. Particular atención merecen esos grupos variopintos que se crean, lo mismo para salvar focas que para arrearle guantazos a Ramoncín y quemar la SGAE. Yo mismo he intentado utilizar Facebook para publicitar mi última novela, aunque con bastante poco tino por lo que parece. Tal vez porque tampoco soy demasiado buen vendedor...
Resumiendo, tal y como lo veo Facebook (o Tuenti, o MySpace, todos son iguales) es una especie de gigantesco puzzle de propaganda donde se puede publicitar cualquier cosa, desde un producto a una persona, un objeto, un libro, etc, dirigiéndose a un sector determinado que puede ser "cliente potencial". Vamos a ver si me explico bien. Hasta ahora, la gente dedicada al extraño oficio del marketing, los creadores de necesidades inexistentes, esos seres capaces de venderte cualquier cosa, eran cazadores de presas que salían al monte, agazapándose en la oscuridad para saltar sobre cualquier "comprador potencial" que pasara. Si por casualidad u olfato encontraban una manada, estupendo, más fácil y mucha más caza. Ahora, gracias a las redes sociales, digamos que el cazador se ha convertido en pastor. Reúne un buen rebaño, lo junta tras una buenza cerca, y ya lo tiene a su disposición sin necesidad de ir a perseguirlo por ahí. Sin duda el publicista ha evolucionado, ha dejado de ser nómada para convertirse en sedentario. El siguiente paso, que también se está dando desde hace tiempo, es la doma y cría de compradores domesticados, los cuales obedecerán sin titubear las órdenes dadas.
Vale, como experimento sociológico Facebook y demás redes resultan muy interesantes. Pero como forma de comunicación con los "amigos"... ¿qué queréis que os diga? Me saben bastante a timo. ¿Tener cien, doscientos, trescientos amigos? ¡Menos lobos! ¿Cuántos de esos presuntos amigos no pasarían al lado de uno por la calle y ni siquiera saludarían? Podemos hacer la prueba. En cambio, por la red tienes que decirles qué estás haciendo casi a cada momento, mantenerles al día de cualquier nimiedad. Y viceversa, por lo que todo ese tejemaneje colapsa tu bandeja de entrada del correo. Mensajes tontos a matar: "Fulanito ha comentado una foto de Menganito". Fabuloso. "Zutanito te ha mandado una invitación para la Parida de Turno". ¡Jo, qué plasta! En fin, no es de extrañar que cada vez más gente se salga del invento y cierre su perfil. Además, Facebook acaba de salir a Bolsa. ¿Cuál puede ser el producto que tengan para vender y subir su cotización? Sólo se me ocurre uno: los datos facilitados por los perfiles de sus usuarios.
Total, que hasta la fecha ya tengo varios amigos hartos de Facebook, un servidor entre ellos. Normal, es una moda y como tal pasará. Por mi parte, prefiero tener los amigos en vivo y en directo, a ser posible con una cerveza de por medio. Pero es que soy muy rarito.
El caso es que yo le entiendo muy bien. De hecho no hace mucho que un servidor se ha unido a la Cosa y también empiezo a estar hasta la coronilla. Seamos sinceros: el 99 por ciento (y soy generoso) de los comentarios que se escriben en el dichoso muro son banalidades, paridas y ganas de pasar el rato, la mayoría escrito por gente que se aburre en casa o en el trabajo y tiene acceso a Internet. Lo que por norma suele escribirse resulta un cruce entre el diario chorras de Bridget Jones y los mensajes de las galletitas de la fortuna chinas. Por supuesto, también está el aspecto comercial; se montan grupos para "vender" cualquier cosa o idea, desde el (presunto) talento de un artista, pasando por la típica página web o revista electrónica. Particular atención merecen esos grupos variopintos que se crean, lo mismo para salvar focas que para arrearle guantazos a Ramoncín y quemar la SGAE. Yo mismo he intentado utilizar Facebook para publicitar mi última novela, aunque con bastante poco tino por lo que parece. Tal vez porque tampoco soy demasiado buen vendedor...
Resumiendo, tal y como lo veo Facebook (o Tuenti, o MySpace, todos son iguales) es una especie de gigantesco puzzle de propaganda donde se puede publicitar cualquier cosa, desde un producto a una persona, un objeto, un libro, etc, dirigiéndose a un sector determinado que puede ser "cliente potencial". Vamos a ver si me explico bien. Hasta ahora, la gente dedicada al extraño oficio del marketing, los creadores de necesidades inexistentes, esos seres capaces de venderte cualquier cosa, eran cazadores de presas que salían al monte, agazapándose en la oscuridad para saltar sobre cualquier "comprador potencial" que pasara. Si por casualidad u olfato encontraban una manada, estupendo, más fácil y mucha más caza. Ahora, gracias a las redes sociales, digamos que el cazador se ha convertido en pastor. Reúne un buen rebaño, lo junta tras una buenza cerca, y ya lo tiene a su disposición sin necesidad de ir a perseguirlo por ahí. Sin duda el publicista ha evolucionado, ha dejado de ser nómada para convertirse en sedentario. El siguiente paso, que también se está dando desde hace tiempo, es la doma y cría de compradores domesticados, los cuales obedecerán sin titubear las órdenes dadas.
Vale, como experimento sociológico Facebook y demás redes resultan muy interesantes. Pero como forma de comunicación con los "amigos"... ¿qué queréis que os diga? Me saben bastante a timo. ¿Tener cien, doscientos, trescientos amigos? ¡Menos lobos! ¿Cuántos de esos presuntos amigos no pasarían al lado de uno por la calle y ni siquiera saludarían? Podemos hacer la prueba. En cambio, por la red tienes que decirles qué estás haciendo casi a cada momento, mantenerles al día de cualquier nimiedad. Y viceversa, por lo que todo ese tejemaneje colapsa tu bandeja de entrada del correo. Mensajes tontos a matar: "Fulanito ha comentado una foto de Menganito". Fabuloso. "Zutanito te ha mandado una invitación para la Parida de Turno". ¡Jo, qué plasta! En fin, no es de extrañar que cada vez más gente se salga del invento y cierre su perfil. Además, Facebook acaba de salir a Bolsa. ¿Cuál puede ser el producto que tengan para vender y subir su cotización? Sólo se me ocurre uno: los datos facilitados por los perfiles de sus usuarios.
Total, que hasta la fecha ya tengo varios amigos hartos de Facebook, un servidor entre ellos. Normal, es una moda y como tal pasará. Por mi parte, prefiero tener los amigos en vivo y en directo, a ser posible con una cerveza de por medio. Pero es que soy muy rarito.
jueves, noviembre 12, 2009
El placer privado
Interesante cuestión la que nos plantea la polémica campaña llevada a cabo por la Junta de Extremadura... Y aquí cabe el chiste típico de que sea precisamente Extrema y Dura la comunidad que lance para los jóvenes sus "enseñanzas sobre masturbación".
Bueno, dejemos aparte la polémica sobre si es ético o conveniente que los organismos públicos se entromentan en nuestros asuntos privados, queriendo aleccionar sobre cómo ligar o cómo masturbarnos. A estas alturas, y con mis limitaciones, un servidor ya acepta consejos de cualquiera...
Pero es que el tema me ha hecho recapacitar un poco, mira por dónde. Tras navegar un rato por Internet, leer las noticias de la prensa, con su cada vez mayor sección de contactos, zapear por la tele recalando en Grandes Hermanos, Salvames varios y "programas" similares, incluso viendo ciertos anuncios de coches, desodorantes o compresas, uno llega a la conclusión de que el sexo ya está en plena calle, siempre bajo la luz de los focos. Se practican kikis casi a la vista de todo el mundo, con o sin edredón. ¡Qué lejos queda el tiempo en que Nina Hagen escandalizaba al personal alemán, explicando por la tele cómo se masturbaba! El sexo se ha popularizado, aunque por desgracia también se ha vulgarizado, se ha tornado tosco. Es un "aquí te pillo, aquí te mato" que nos asalta todos los días desde cualquier esquina.
Hoy en día, en una sociedad tan exibicionista como la nuestra, tan sólo existe un ejercicio onanista que se realice en privado, en la más absoluta intimidad, siempre a escondidas y sin publicidad. Se trata de una práctica que sólo es ejercitada por un sector cada vez más pequeño y marginal de la población. Por supuesto, me estoy refiriendo al "vicio" de la lectura. Un genuino placer solitario que, por lo que parece, muy pocos saben practicar en la actualidad. Una pena.
¿Tendrían que dedicarle más campañas institucionales a la lectura? No lo sé, la cosa está malita y el problema viene de lejos. Lo único cierto es que, como dice la campaña de la Junta de Extremadura, "el placer está en tus manos". Y es que arriesgarse a leer ciertos libros (los míos, por ejemplo) puede llegar a provocar unas auténticas pajas mentales. ¿Nos atrevemos?
Bueno, dejemos aparte la polémica sobre si es ético o conveniente que los organismos públicos se entromentan en nuestros asuntos privados, queriendo aleccionar sobre cómo ligar o cómo masturbarnos. A estas alturas, y con mis limitaciones, un servidor ya acepta consejos de cualquiera...
Pero es que el tema me ha hecho recapacitar un poco, mira por dónde. Tras navegar un rato por Internet, leer las noticias de la prensa, con su cada vez mayor sección de contactos, zapear por la tele recalando en Grandes Hermanos, Salvames varios y "programas" similares, incluso viendo ciertos anuncios de coches, desodorantes o compresas, uno llega a la conclusión de que el sexo ya está en plena calle, siempre bajo la luz de los focos. Se practican kikis casi a la vista de todo el mundo, con o sin edredón. ¡Qué lejos queda el tiempo en que Nina Hagen escandalizaba al personal alemán, explicando por la tele cómo se masturbaba! El sexo se ha popularizado, aunque por desgracia también se ha vulgarizado, se ha tornado tosco. Es un "aquí te pillo, aquí te mato" que nos asalta todos los días desde cualquier esquina.
Hoy en día, en una sociedad tan exibicionista como la nuestra, tan sólo existe un ejercicio onanista que se realice en privado, en la más absoluta intimidad, siempre a escondidas y sin publicidad. Se trata de una práctica que sólo es ejercitada por un sector cada vez más pequeño y marginal de la población. Por supuesto, me estoy refiriendo al "vicio" de la lectura. Un genuino placer solitario que, por lo que parece, muy pocos saben practicar en la actualidad. Una pena.
¿Tendrían que dedicarle más campañas institucionales a la lectura? No lo sé, la cosa está malita y el problema viene de lejos. Lo único cierto es que, como dice la campaña de la Junta de Extremadura, "el placer está en tus manos". Y es que arriesgarse a leer ciertos libros (los míos, por ejemplo) puede llegar a provocar unas auténticas pajas mentales. ¿Nos atrevemos?
sábado, noviembre 07, 2009
El efecto Axe
Acabo de leer una noticia bastante curiosa. Digamos que mi extrañeza se ha diversificado a varios niveles, como en los videojuegos. Pero primero vayamos a los hechos, ya habrá tiempo de sacar conclusiones.
Resulta que un joven indio, de nombre Vaibhav Bedi, ha denunciado a la empresa Unilever, fabricante del famoso desodorante Axe, por "depresión y daños psicológicos", solicitando una indemnización de 30.000 euros.
¿El motivo de la denuncia? Pues que el joven declara haber estado utilizando el dichoso desodorante Axe durante siete años seguidos, siete, pero a pesar de lo que clama la publicidad del producto, ninguna chica se le ha acercado. Vamos, que en todo este tiempo el pobre no se ha comido un rosco. ¿Y el tan cacareado "efecto Axe" de los anuncios? Cero patatero, las chicas a lo suyo, y eso que el sufrido Vaibhav rociaba desosorante en sus axilas como un descosido.
No sé si es normal que un producto realice una larga, tediosa y risible campaña publicitaria, saltándose durante años a la torera lo que en literatura algunos listillos llaman "suspensión de la credulidad". Pero también es de juzgado de guardia que haya panolis que se lo crean. Vamos, llegar a pensar que por rociarte los pinreles con cierto líquido vas a tener las portentosas aplicaciones de una especie de "atrapamoscas" para el sexo femenino... bueno, hay que hacérselo mirar. Y dice muy poco sobre la capacidad de ciertas personas, tanto publicistas como público objetivo. ¡Menudo ganado hay por ahí!
A lo que vamos. Visto lo visto, y leído lo leído, un servido se ha puesto a rociar con Axe todos los ejemplares de su última novela. Mi plan es bien simple y, a tenor de los resultados, consta de dos posibles alternativas. La primera, el efecto Axe funcionará y venderé un montón de libros entre el público femenino, convirtiéndome en todo un super-ventas. La segunda, y más probable, dentro de siete años podré demandar a Unilever por depresión y daños psicológicos a mi persona, ya que su publicidad errónea me hizo creer que la novela se vendería como churros entre las féminas, cuando ninguna se ha acercado ni por asomo.
Y es que no nos engañemos, hoy en día ni el cacareado efecto Axe vende libros. Penita pena.
Nos leemos, si no me abandona el desodorante...
Resulta que un joven indio, de nombre Vaibhav Bedi, ha denunciado a la empresa Unilever, fabricante del famoso desodorante Axe, por "depresión y daños psicológicos", solicitando una indemnización de 30.000 euros.
¿El motivo de la denuncia? Pues que el joven declara haber estado utilizando el dichoso desodorante Axe durante siete años seguidos, siete, pero a pesar de lo que clama la publicidad del producto, ninguna chica se le ha acercado. Vamos, que en todo este tiempo el pobre no se ha comido un rosco. ¿Y el tan cacareado "efecto Axe" de los anuncios? Cero patatero, las chicas a lo suyo, y eso que el sufrido Vaibhav rociaba desosorante en sus axilas como un descosido.
No sé si es normal que un producto realice una larga, tediosa y risible campaña publicitaria, saltándose durante años a la torera lo que en literatura algunos listillos llaman "suspensión de la credulidad". Pero también es de juzgado de guardia que haya panolis que se lo crean. Vamos, llegar a pensar que por rociarte los pinreles con cierto líquido vas a tener las portentosas aplicaciones de una especie de "atrapamoscas" para el sexo femenino... bueno, hay que hacérselo mirar. Y dice muy poco sobre la capacidad de ciertas personas, tanto publicistas como público objetivo. ¡Menudo ganado hay por ahí!
A lo que vamos. Visto lo visto, y leído lo leído, un servido se ha puesto a rociar con Axe todos los ejemplares de su última novela. Mi plan es bien simple y, a tenor de los resultados, consta de dos posibles alternativas. La primera, el efecto Axe funcionará y venderé un montón de libros entre el público femenino, convirtiéndome en todo un super-ventas. La segunda, y más probable, dentro de siete años podré demandar a Unilever por depresión y daños psicológicos a mi persona, ya que su publicidad errónea me hizo creer que la novela se vendería como churros entre las féminas, cuando ninguna se ha acercado ni por asomo.
Y es que no nos engañemos, hoy en día ni el cacareado efecto Axe vende libros. Penita pena.
Nos leemos, si no me abandona el desodorante...
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