Capitulaciones del intelecto

Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo.

Groucho Marx.

martes, octubre 21, 2014

Scripto-paisaje, un lujo a su alcance.

  En nuestra sociedad actual todo se arregla mediante encuestas. Por ello no es de extrañar que la World Culture Score, sea lo que sea dicho organismo, haya realizado un estudio sobre los hábitos de lectura en el mundo mundial. ¿Las conclusiones? Tremebundas, como era de esperar.

  Lo sorprendente de la encuesta es que remarca un hecho curioso... o tal vez no. Resulta que los países donde se lee más no son, como era de esperar, los cultos países nórdicos. Muy por delante en el hábito de la lectura destacan los asiáticos.

  Sí señor, resulta que donde se lee más horas semanales en en la India (10,42 hora/semana), en Tailandia (9,24 h/s), en China (8 h/s) y en Filipinas (7,36 h/s). ¡Países donde, por desgracia, el nivel de analfabetismo continúa siendo muy alto!

  En cambio, en la sabia Europa, es la República Checa (7,24 h/s) la primera en hábitos lectores, seguida de Rusia, Suecia, Francia y Hungría. Lo sorprendente es que España (5,48 h/s) se sitúa en el puesto diecinueve, incluso por encima de Alemania. Increíble.

  Ciertos o no estos datos, resulta palpable que sólo un 63 % de los españoles encuestados confiesa haber leído un paupérrimo libro al año. Mucho me parece a mí, a no ser que se incluya como obra de lectura la Guía Telefónica, que ya ni así...

  Pero claro, si ahora resulta que "leer es de países pobres"... En los ricos se estila más aficionarse a los vídeo-juegos y mirar series de "culto" mediante todo tipo de pantallas. Mal vamos, la verdad. A este paso no leerán ni los escritores para corregir sus escritos, que para eso ya están los correctores de texto.

  La solución a tamaña crisis es evidente y aquí la expongo, gratis y todo. Debemos dar la vuelta a la tortilla, convertir la lectura, la posesión física de un libro, en todo un lujo sólo al alcance de élites. Vamos a ver, igual que ciertos fulanos chulean ante nosotros mostrando su Rolex de oro macizo (un peluco horroroseibol que acostumbra a ser falso), hay que convertir la posesión de una obra de Cervantes, o una buena imitación estilo Pérez-Reverte, en algo selecto, especial, único. Que farde mogollón.

  Los libros han de dejar de venderse en las librerías (¡qué vulgar!) y en su lugar hacer exposiciones en sitios elegantes, de moda. Más que vendidos, deben de ser adquiridos mediante subastas de postin, como piezas únicas. ¡Al mejor postor! Qué cara de satisfacción del cliente cuando diga, mostrándolo en su funda de plástico protector, que ha adquirido un ejemplar del "Código DaVinci", por ejemplo, por unos veinte mil euracos... Si por semejante precio hasta dará ganas de leerlo y todo...

  Por supuesto, en los colegios la lectura ha de dejar de ser obligatoria. ¿Para qué? Los pobres pueden (deben) vivir mejor sin saber leer. No les reporta nada bueno. El que quiera aprender, que se pague clases opcionales no subvencionadas. ¡Seguro que habrá hostias por entrar en alguna academia con pedigrí donde estrictos profesores de rostro ceñudo enseñen las nociones básicas para entender, por ejemplo, las estampitas de los santos y las etiquetas de ciertos artículos con glamour.

  Convenceos. ¡La lectura es un lujo! Ver pantallas lo puede hacer cualquiera, gente sin apenas estudios. Pero leer... eso sólo ha de hacerlo la gente selecta. No seas pobretón y lee.

  Otro día hablaremos de "comprender la lectura". Ahí sí que tenemos un problema... y gordo.

jueves, octubre 16, 2014

Estudios rigurosamente premiados.

  Premios, premios, premios... El ser humano es un animal extraño. Más que del primate, parece descender del premiate. El homo sapiens remuneratorem y su homólogo el autem reddidi ocupan nicho ecológico en nuestra época.

  Y no me refiero tan sólo a los llamados "premios literarios", último reducto creado por escritólogos y coleccionistas de narradores exóticos. Muchas veces son el último refugio proteccionista para escritores famélicos con hambre de lectores y, ¿por qué no decirlo?, de dinero. Su labor resulta encomiable en la protección de un género en vías de extinción.

  Pero el ser humano es intrínsecamente "premiable". ¿Quién no ha asistido a alguna cena de empresa donde los Altos Jerifaltes reparten diplomas acreditativos a unos untuosos empleados que se deshacen en pompas de vana soberbia? ¿Quién no mataría por recibir una cruz, medalla o distinción de cualquier Órgano Corporativo que, visto desde fuera, provoca lo que se denomina "una jartá de reir"? Somos así de vanidosos, qué le vamos a hacer.

  Pocos son los que harían como la Editorial Tusquets, quien al descubrir en 1969 que dentro de su catálogo había una obra del flamante ganador Samuel Beckett, confeccionó un curioso cartel para señalar el evento. El escrito, bajo una fotografía del autor, decía llanamente: "Este señor con cara de pájaro es el PREMIO NOBEL 1969". Yo creo que a Beckett le habría encantado.

  Menos premios y más invertir en la cultura, dirán algunos. Que lo individual no nos haga perder la visión de lo colectivo. No sirve de nada ensalzar a un escritor si se menosprecia la escritura, digo yo. Y eso sirve también para otras áreas, como la siempre maldita inversión presupuestaria en I+D. Y en ello hasta ciertos premios pueden valer para algo. Vamos a ver, pregunta: ¿Alguien sabe lo que son los premios Ig Nobel ? Que sí, que existen. No me los he inventado.

  Ahí es nada. Los americano son tan superiores que hasta se permiten el lujo de tener una "revista de humor científico". Aquí, en casa, nosotros no tenemos publicación comercial alguna que sea  científica, mucho menos de humor, y ya puestos, ni siquiera revista digna de tal nombre.

  Pues esa maravilla anglófona existe y responde al nombre de Annals of Improbable Research. Y no sólo eso: encima está avalada por la Universidad de Harvard. Por ello, desde el año 1991 se ha sacado de la manga una parodia de los premios Nobel (ignoble significa innoble en inglés). Pero no nos engañemos, sobre una apariencia en principio risible se oculta un trasfondo riguroso.

  Hagamos un rápido repaso. El premio de física este año ha ido a parar al Japón, a la Universidad de Kitasato. Su trabajo, titulado Coeficiente de fricción bajo una piel de plátano, ha sacado a la luz que la parte interior de esta fruta contiene un gel de polisacáridos en extremo lubrificante. Al pisar la piel, el gel se extiende por el suelo y provoca el consabido resbalón... De ello a construir prótesis para articulaciones con un bajo coeficiente de fricción sólo hay un paso. ¡Chúpate esa, cine mudo!

  Otro premio interesante, a mi modo de ver, ha sido el de biología. En esta ocasión ha recaído en los participantes de la República Checa. Su estudio sobre el comportamiento canino en el momento de hacer las necesidades ha descubierto algo sorprendente. Al parecer, los cánidos suelen alinear el cuerpo con el campo magnético de la Tierra para hacer "pipí" o "popó". Ya me imagino que a partir de ahora, para montar un "pipícan" en los parques públicos, primero se habrá de consultar a la brújula.

  No puedo dejar de mencionar el fascinante trabajo de la Universidad de Toronto en neurociencia. Han realizado rigurosos análisis mediante resonancia magnética para descubrir qué sucede en el cerebro de las personas que "ven" la cara de Jesucristo en las tostadas. Fascinante.

  O, para hacer patria, no olvidemos reseñar el análisis efectuado por el Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries de Catalunya sobre las bacterias existentes en los excrementos de los recién nacidos. El objetivo: utilizar dichas bacterias en la producción de salchichas fermentadas. Para abrir boca, vamos.

  Y, cómo no, el galardón de ciencias árticas se lo ha llevado la Universidad de Oslo. Su estudio sobre el comportamiento de los renos cuando ven a seres humanos disfrazados de osos polares ha resultado demoledor.

  Visto lo cual, no me sorprende nada que la Agencia Espacial de Torrelodares de Abajo me haya pedido un ejemplar de mi última novela, "A vuestras mentes dispersas". Desean estudiar el comportamiento de los astronautas al (intentar) leer la obra en el espacio. Aunque ya me barrunto el resultado: hasta en gravedad cero mi novela sigue siendo igual de mareante...

  Me temo que jamás ganaré el Premio Planeta, por ejemplo. Eso sí, puedo ser el primer escritor acreditado con un Premio Ig Nobel de Literatura.

 ¡Toma ya!

  Dame premio y dime tonto.


jueves, octubre 09, 2014

¿Pero hubo alguna vez mil lectores?

  Ya ha estallado (sí, sí, es-ta-lla-do) la Feria del Libro de Frankfurt. Y es que más bien parece el inicio de una guerra a muerte, sin concesiones ni prisioneros.

  Según parece, la Todopoderosa Amazon ha aterrizado con fuerza en Europa. El nuevo invento, Terror de Editoriales, es el streaming para lectura. La cosa va, más o menos, de la siguiente forma: El usuario paga el módico precio de unos 8,99 euros al mes y ello le da acceso ilimitado a leer todos los libros que desee de un amplio catálogo.

  No es mi intención volver sobre el tema de la Propiedad Intelectual y de cómo el autor debería cobrar "algo" (lo que sea) por su obra. Lo que ahora mismo me planteo es: ¿Streaming, España? ¿Lo cualo? Si a ello le añadimos "lectura", tenemos dos conceptos antagónicos. Sin duda es un chiste.

  Y no sólo por los piratas, que aquí más bien son corsarios bajo bandera protectora. Ese es otro tema.

  Según las estadísticas más serias, en este país más del 40 % de los españoles adultos no leen ni un solo libro al año, sea en el formato que sea. Y una gran parte del resto puede que sólo lean uno o, tal vez, dos ejemplares. Tampoco se pasan. Aparte que, con toda seguridad, podemos acertar en los títulos seleccionados. Salvo honrosas excepciones, los libros más comprados (y tal vez leídos) son los títulos mediáticos.

  O sea, que en España se lee muy poco y encima muy mal. La mayoría de los libros adquiridos en un arrebato consumista lucen bajo el nombre de alguien famoso. Alguien que, la mayoría de las veces, ni siquiera lo ha escrito. Por cada "Victus" del gran Sánchez Piñol  hay cien mil obras como "Ambiciones y reflexiones" de la inflada Belén Esteban. Y así nos va.

  Claro que nunca se ha leído mucho, no nos engañemos. Ya en la Edad Media sólo lo hacían las clases altas, y no todas. Algunas ni siquiera se esforzaban en saber leer, ya tenían su lector privado. Ahora, en la era de la Imagen, cuando (casi) todo el mundo sabe, muy pocos pierden el tiempo en hacerlo. La lectura requiere esfuerzo y tesón. ¡Menudo palo! ¿Qué ponen por la tele?

  Hoy en día es más difícil encontrar un/a buen/a lector/a que un/a buen/a escritor/a. Con el tiempo, creo que esta figura, arcaica y artesana, será más valorada. Despertará el pasmo general, como tocarse el codo con la nariz. Puede que hasta realicen shows televisados donde alguien muestre ante el estupor del público su sorprendente capacidad para leer una página sin trabucarse.

  Que entienda lo leído ya será más complicado.