Ya ha estallado (sí, sí, es-ta-lla-do) la Feria del Libro de Frankfurt. Y es que más bien parece el inicio de una guerra a muerte, sin concesiones ni prisioneros.
Según parece, la Todopoderosa Amazon ha aterrizado con fuerza en Europa. El nuevo invento, Terror de Editoriales, es el streaming para lectura. La cosa va, más o menos, de la siguiente forma: El usuario paga el módico precio de unos 8,99 euros al mes y ello le da acceso ilimitado a leer todos los libros que desee de un amplio catálogo.
No es mi intención volver sobre el tema de la Propiedad Intelectual y de cómo el autor debería cobrar "algo" (lo que sea) por su obra. Lo que ahora mismo me planteo es: ¿Streaming, España? ¿Lo cualo? Si a ello le añadimos "lectura", tenemos dos conceptos antagónicos. Sin duda es un chiste.
Y no sólo por los piratas, que aquí más bien son corsarios bajo bandera protectora. Ese es otro tema.
Según las estadísticas más serias, en este país más del 40 % de los españoles adultos no leen ni un solo libro al año, sea en el formato que sea. Y una gran parte del resto puede que sólo lean uno o, tal vez, dos ejemplares. Tampoco se pasan. Aparte que, con toda seguridad, podemos acertar en los títulos seleccionados. Salvo honrosas excepciones, los libros más comprados (y tal vez leídos) son los títulos mediáticos.
O sea, que en España se lee muy poco y encima muy mal. La mayoría de los libros adquiridos en un arrebato consumista lucen bajo el nombre de alguien famoso. Alguien que, la mayoría de las veces, ni siquiera lo ha escrito. Por cada "Victus" del gran Sánchez Piñol hay cien mil obras como "Ambiciones y reflexiones" de la inflada Belén Esteban. Y así nos va.
Claro que nunca se ha leído mucho, no nos engañemos. Ya en la Edad Media sólo lo hacían las clases altas, y no todas. Algunas ni siquiera se esforzaban en saber leer, ya tenían su lector privado. Ahora, en la era de la Imagen, cuando (casi) todo el mundo sabe, muy pocos pierden el tiempo en hacerlo. La lectura requiere esfuerzo y tesón. ¡Menudo palo! ¿Qué ponen por la tele?
Hoy en día es más difícil encontrar un/a buen/a lector/a que un/a buen/a escritor/a. Con el tiempo, creo que esta figura, arcaica y artesana, será más valorada. Despertará el pasmo general, como tocarse el codo con la nariz. Puede que hasta realicen shows televisados donde alguien muestre ante el estupor del público su sorprendente capacidad para leer una página sin trabucarse.
Que entienda lo leído ya será más complicado.
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