Parece mentira, pero ahora toda la culpa la tendrá una mísera ínsula. Y todavía más pequeña que aquella donde Sancho Panza hizo de gobernador, mostrándonos que a veces el sentido común es el menos común de los sentidos.
Por supuesto no hablo de un lugar geográfico. En realidad me estoy refiriendo a una región del cerebro que tiene el tamaño de una moneda, y que cada cual piense en el valor que desee, no reparemos en gastos. Desde un céntimo hasta dos euros, ale.
La cosa va de que los médicos en general (y tal vez algún House en particular) se habían extrañado al notar que ciertos pacientes dejaban de sentir de golpe y porrazo el deseo irrefrenable de fumar, dejando de hacerlo en el acto. La mayoría de la gente que sufría un accidente cerebrovascular en cierto sector del cerebro, la dichosa ínsula de marras, de la noche a la mañana perdía todo interés a lo de darle caladas al pitillo.
Los investigadores, esa raza tan extraña, empezaron a realizar las consabidas estadísticas y el resultado fue pasmoso. La conclusión es que cierta diminuta ínsula cerebral parece ser un punto crítico que estimula la adicción a la nicotina. Este sector del cerebro ha sido asociado durante años a los sentimientos y a las emociones, pero ahora resulta que puede también estar ligado a las adicciones que sufrimos.
Claro que someterse a una extirpación cerebrovascular o provocar un derrame es algo muy bestia, aunque sea para curar la dependencia al tabaco. Pero ahora que se conoce la zona no se descarta la creación de algún tipo de droga que actúe sobre la ínsula, suprimiendo el deseo de fumar. O el deseo a otras sustancias igualmente drogodependientes, como pueda ser el alcohol.
O sea, que para dejar una droga habrá que consumir otra.
Y ya puestos, ¿dónde está el freno? Tal vez incluso nos inyecten una sustancia que estimule la felicidad, ¿por qué no? De hecho, no podía ser de otra forma, una nueva investigación demuestra algo increíble: el dinero no da la felicidad. ¡Quién lo iba a decir!
Según parece, una encuesta en la Universidad de Harvard ha demostrado entre otras cosas que la mayoría de estudiantes prefiere ganar menos dinero siempre que no haya grandes diferencias con sus compañeros, antes que ganar mucho pero que los demás les superen con creces. El ejemplo más palpable es el de los medallistas olímpicos: los ganadores del bronce son más felices que los que se llevan la plata. Unos están contentos con haber llegado al podio por encima del resto, mientras que los otros se desesperan por no haber sido los primeros. De igual forma, los alemanes del Este eran más felices antes de la unificación, pues se comparaban con el resto de países ex comunistas. Ahora, en cambio, envidian a sus paisanos más ricos.
Todas estas verdades de perogrullo han llevado a un estudio serio donde se afirma que a partir de un nivel de renta fijo (11.500 euros al año), teniendo las necesidades básicas cubiertas, el nivel de felicidad no aumenta al ganar más dinero. La conclusión de la Cosa es que ganar a la lotería no nos hará más felices. Pues vaya, pues muy bien. Que me den a mí el premio, yo me sacrifico para que todos seáis más felices...
Desde luego, estamos viviendo en la ínsula de Barataria.
8 comentarios:
Sí, hombre. A mí que me tocaran unos miles de millones de euritos de nada, y verás tú lo feliz que iba a ser mandando unas cuantas obligaciones a la mierda :-)
¡Mmm! Bueeeeno, vamos a medias. Que un servidor también tiene obligaciones que mandar a la M.
:-D
No da la felicidad pero ayuda un monton.
Con lo pequeño que es el cerebro y todo lo que cabe, lo malo es que olvide algunas cosas. Creo que mi cerebro es un poco desordenado sabe que lo tiene pero no donde y por eso no lo recuerdo. Nunca se me habia ocurrido verlo así. ¡claro que cualquiera se pone a ordenar!
Es que todo lo económico es muy relativo. Estoy cansado de que gente que gana una pasta considere que su sueldo es "lo normal". Es el efecto del que se compara siempre con los que están mejor y anhelan alcanzarle. Y pienso que uno es feliz -o debería-si tiene sus necesidades cubiertas y no está sistemáticamente aspirando. Y es que la ambición, cosa buena, no tiene por qué ser de carácter económico. Yo aspiro desde hace años a encontrar tiempo para dibujar un comic (todo un reto)y creo que lo que enriquece a una persona es lograr esos pequeños/grandes triunfos. A mí un Panda o un BMW como que me causan la misma admiración.
Apreciada Sonia:
Cierto, el dinero no da la felicidad... sobre todo el no tenerlo. ;-)
Y estoy seguro que tu cerebro está muy bien ordenado, aunque sea a tu manera, jejeje.
Respetado Garson:
Cierto sobre la relatividad de lo económico. Yo también aspiro desde hace años a tener tiempo para Leer Cierto Cómic... :-D
Y sobre lo del Panda y el BMW, no problemo. Tú te quedas el primero y yo el segundo... Eso sí, ¿quién los paga?
No es por nada, pero superar ese nivel de renta anual SÍ que ayuda bastante a ser feliz, si me dijeras, por ejemplo, unos 30000 euritos anuales, lo podría empezar a comprender... ¡Pero 11500!!
Estoy con Garson que estar continuamente aspirando no da la felicidad, pero sí es cierto que para conseguir esos pequeños logros personales generalmente hace falta dinero aparte del tiempo, y así se entra en la típica dinámica de "tengo tiempo, pero no dinero, trabajo más para tener dinero, pero ahora no tengo tiempo; si trabajo más o aspiro a más puede que llegue a tener el dinero y el tiempo necesario para ver realizado ese pequeño proyecto personal"... y así te acabas amargando la vida.
Dinero, y tiempo para disfrutarlo y gastarlo como nos plazca, es lo que todos queremos, y que los estudios serios digan lo que quieran,que yo éste no me lo trago.
Jodó qué resultados más raros han dado los estudios esos, ¿los han hecho sobre terrestres? ¡Pues que prueben conmigo, que prueben conmigo! A ver si rodeándome de billetitos no sonrío más. XDDDDDDDDDDD
La leche, oiga, la leche!!
Pues yo también sonrío mucho aunque en vez de billetitos me rodeen de oro y/o diamantes. Para que veas mi poco aprecio al dinero, fíjate...
:-)
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