Interesante cuestión la que nos plantea la polémica campaña llevada a cabo por la Junta de Extremadura... Y aquí cabe el chiste típico de que sea precisamente Extrema y Dura la comunidad que lance para los jóvenes sus "enseñanzas sobre masturbación".
Bueno, dejemos aparte la polémica sobre si es ético o conveniente que los organismos públicos se entromentan en nuestros asuntos privados, queriendo aleccionar sobre cómo ligar o cómo masturbarnos. A estas alturas, y con mis limitaciones, un servidor ya acepta consejos de cualquiera...
Pero es que el tema me ha hecho recapacitar un poco, mira por dónde. Tras navegar un rato por Internet, leer las noticias de la prensa, con su cada vez mayor sección de contactos, zapear por la tele recalando en Grandes Hermanos, Salvames varios y "programas" similares, incluso viendo ciertos anuncios de coches, desodorantes o compresas, uno llega a la conclusión de que el sexo ya está en plena calle, siempre bajo la luz de los focos. Se practican kikis casi a la vista de todo el mundo, con o sin edredón. ¡Qué lejos queda el tiempo en que Nina Hagen escandalizaba al personal alemán, explicando por la tele cómo se masturbaba! El sexo se ha popularizado, aunque por desgracia también se ha vulgarizado, se ha tornado tosco. Es un "aquí te pillo, aquí te mato" que nos asalta todos los días desde cualquier esquina.
Hoy en día, en una sociedad tan exibicionista como la nuestra, tan sólo existe un ejercicio onanista que se realice en privado, en la más absoluta intimidad, siempre a escondidas y sin publicidad. Se trata de una práctica que sólo es ejercitada por un sector cada vez más pequeño y marginal de la población. Por supuesto, me estoy refiriendo al "vicio" de la lectura. Un genuino placer solitario que, por lo que parece, muy pocos saben practicar en la actualidad. Una pena.
¿Tendrían que dedicarle más campañas institucionales a la lectura? No lo sé, la cosa está malita y el problema viene de lejos. Lo único cierto es que, como dice la campaña de la Junta de Extremadura, "el placer está en tus manos". Y es que arriesgarse a leer ciertos libros (los míos, por ejemplo) puede llegar a provocar unas auténticas pajas mentales. ¿Nos atrevemos?
7 comentarios:
Ufff, para pajas no necesito tus libros, para las mentales quiero decir (aunque para las otras tampoco, y sin ofender), yo sólo me basto (y para las otras también). Con lo mal amueblada que tengo la azotea tengo para largas sesiones de onanismo mental, lo cual, dentro de tal contexto llega a ser hasta un placer.
No sé cómo serán los jóvenes de Extremadura, pero los de por aquí desde bien pequeños saben latín, y eso sin estudiar tal lengua muerta, que en lo que saben está muy viva. Eso sí, siempre hay algún regazadillo al que no le viene mal el cursillo de marras, lo mismo así se come un donuts en vez de un croasant (o como se escriba).
Ayyy... Dónde estaba Extremadura cuando yo era un pipiolo... Sí, vale, en el mismo sitio, y es que hay cosas que no cambian con el tiempo, como masturbarse...
Mentalmente, claro.
Amén a lo que dices, amigo Orfi. Nosotros somos como el españolito medio, aquél que se acostaba con el problema sexual en la cabeza y se despertaba con la solución en la mano...
¡COCHINOS!
XDDDDD
no te metas con los extremeños en general, la culpa es de los de almendralejo
¡¡¿Almendralejo?!! Ahora también sale a colación la almendra... No, si al final Pily tendrá razón al llamarnos cochinos... :-)
Cochinos!! XDDDD
¿Puedes cambiar de palabrita? Que también somos marranos... :-)
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