Capitulaciones del intelecto

Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo.

Groucho Marx.

viernes, septiembre 19, 2014

El hombre en el castillo.




¡Albricias! Todo está apunto. El "Espíritu del Santo Grial", abrev. Espiral, me ha tocado con su Luz. Apenas queda un mes (Octubre 2014) para que mi novela "A vuestras mentes dispersas" salte desde el Mundo de las Ideas a la Realidad tangible donde habitamos. Esperemos que su alumbramiento entre nosotros sea un éxito...

Un escritor es una especie de monje y a la vez guerrero. Como un Templario, consagrado en cuerpo y alma a derrotar las ingentes hordas del Tedio que nos asaltan. Su lucha es contra la Nada, el Vacío donde moran los monstruos más terribles que existen: el Abandono, la Resignación y la Mediocridad.

Creédme, no es tarea fácil atacar la guarida de la Bestia armado tan sólo con la Palabra. Hay que ser un verdadero dominador de su manejo, de lo contrario uno mismo puede herirse de gravedad. Conozco a más de uno que ha muerto cortado por el filo de su propio léxico, incapaz de realizar un molinete de frases con estilo y eficacia.

El camino de la Literatura se halla atestado de cadáveres putrefactos. Eran, pretendían serlo, grandes escritores. Pero algunos, incluso desde la primera escaramuza, han caído heridos de muerte, enfangándose en charcos nauseabundos de su propia letra. Borbotones de tinta purulenta han rezumado de sus párrafos abiertos, destrozados por la propia inexperiencia en el manejo del Verbo. Muchos eran autores entusiastas, pero resultaron en exceso reiterativos, sobreadjetivados, con párrafos planos y pesados. Todos ellos han sufrido un precipitado fin.

Alguno, afortunado, ha hallado un alma caritativa que en parte ha mitigado su dolor, aliviándole al comprar algún que otro libro. Otros, los más desgraciados, se han topado con ladrones y oportunistas. El campo se halla repleto de falsos caballeros, más bien carroñeros, quienes se acercan con sigilo para arrebatar los escritos a los vencidos, sin importarles el esfuerzo realizado, mofándose de ellos y abandonándoles a su triste suerte.

Mientras tanto, yo sigo en mi castillo, meditando y velando armas, preparándome para emprender el largo viaje hacia mi destino final. Tras un largo camino por la senda de la Literatura me aguarda la Lucha Suprema. ¿Cuál será mi destino? ¿Caeré abatido antes de llegar, yaceré destrozado en uno de los sombríos recodos del camino? ¿O tal vez, por alguna extraña burla del Destino, lograré llegar al final de la meta? Entonces, ¿seré capaz de enfrentarme a los monstruos, sentiré sus colmillos mediáticos clavarse en mi prosa con saña? ¿Harán girones de mi obra? ¿O tal vez, oh maravilla, logre ser vencedor de la batalla? Lo peor es acabar siendo otro pobre cadáver sobre la inmensa pira de muerte y abandono, un nuevo tributo a la presunción literaria. Nadie lo sabe.

De momento, aguardo en una tensa espera. Sigo en mi castillo.


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