¿Hay alguien ahí?

Hoy me siento triste. No, no se debe al contraste de opiniones tan gratificante que he tenido con el amigo Alfredo en el post anterior, eso es estimulante y me ha gustado mucho. El motivo de mi tristeza es bien distinto.
Una buena amiga cierra su blog. No hace falta decir su nombre, todos los que pasáis por aquí, o casi todos que siempre hay algún despistadillo, ya sabréis a quién me refiero. La imagen que he puesto es un pequeño homenaje a ella, algunos sabréis por qué. Encima se trata de una amiga muy querida y en gran parte responsable de que yo ahora esté aquí dando la vara. Entre otras maravillosas actividades, esta mujer extraordinaria de ojos azules como el cielo y mente creativa como pocas, supo inocularme el gusanillo blogguero.
El motivo de su cierre no lo sé, aunque lo intuyo. Ella ha dejado una breve despedida a "los cuatro gatos" que la visitaban. Sin duda, entre otras razones de más peso que ignoro, se ha cansado de las poco frecuentes visitas.
Pero que poca gente visite el blog de alguien, ¿es motivo para cerrarlo? Entonces, virgencita, ¿por qué todavía sigue abierto el mío? Pues porque yo soy así, señora baronesa...
Los que me conocéis más a fondo (y no habéis huído despavoridos) sabéis que yo siempre he abominado de los blogs. Como medio de conectar con la gente opino que la cosa es una castaña, de veras. Todavía creo que un blogs es algo parecido a un Multi-correo. Es decir, que escribiendo una sola vez es como si enviara varios mails a mis más allegados... los únicos que lo leerán, no nos engañemos. Los únicos que contestarán con algún comentario.
Vale, de acuerdo que siempre hay la posibilidad de que algún despistado (o despistada) navegue por los Interneses de Dios y se tropiece con esta Cosa Extraña que yo hago. Pero eso es lo mismo que lanzar tu diario personal a la basura y esperar que lo encuentre alguien y lo lea (el basurero, un paparazzi, un inspector de Hacienda, un ratón sabihondo). Se puede dar el caso, desde luego.
También están los amigos de los amigos. Algunos, si se les insiste, echarán un vistazo por cortesía, o tal vez por simple curiosidad "tomatera" (:-D) Pero no creo que la mayoría de blogs, al menos los particulares, tenga una legión de seguidores. Casi todos cuentan con un grupo de... cuatro gatos, o puede que diez, o veinte, o que siendo pocos maullen más que los demás. Ya captáis la idea, supongo.
Entonces, desde mi tristeza por ver cerrado un blog al que tenía tan profundo cariño, ¿por qué sigo escribiendo paridas lanzadas al viento? Si sé que a mí sólo me leen cuatro y el cabo (bueno, el cabo tampoco, que no sabe leer el pobre), ¿por qué insistir en el empeño?
Porque me divierte, es tan sencillo como eso. Desde pequeño siempre he sentido la compulsión de escribir. Ahora, por fin, he dejado de hacerlo en las paredes y tecleo en un ordenador. ¡Desde luego me gustaría ser leído por millones de lectores! Ale, no nos cortemos... Pero eso es sin duda imposible, impensable y tal vez hasta impúdico. Las cosas son como son.
Al final nos quedan esos queridos cuatro gatos que nos arrullan con sus maullidos.
Seguiremos escribiendo, al menos mientras nos divierta.
Porque... ¿hay alguien ahí?
Maullad un poquito, porfa...