Capitulaciones del intelecto

Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo.

Groucho Marx.

jueves, diciembre 31, 2009

¡Feliz Año Nuevo!






 Pues eso: Que el 2010 os sea Mejor que el 2009.

Lo cual no parece mucho, claro...

Pero por algo se empieza.











lunes, diciembre 21, 2009

¡Feliz Navidad... o casi!


Pues eso: para la ocasión os dejo con un tierno relato sobre fechas tan señaladas. Ale, a leer... y que lo paséis bien.










        ¡FELIZ NAVIDAD, GILIPOLLAS!

El enorme Papá Noel inclinó su cabeza sobre el rostro asustado del niño que tenía sentado en sus rodillas haciendo que los pelos de la barba postiza cosquillearan la nariz del pequeño.
¿Y tú qué quierez, guapo?
Arturito amagó un puchero y volvió la mirada hacia su padre, implorando ayuda.
Oiga, está asustando al pequeño —Arturo senior tamborileó con los dedos en el hombro escarlata del hombre disfrazado.
¿Qué paza? —Papá Noel se giró hacia él con expresión tremebunda—. ¿No vez que le eztoy preguntando a tu hijo qué mierda de regalo quiere para Navidaz?
Ya, bueno —Arturo se azoró—, pero es que el pobre se ha asustado...
¿Azuztado, dices que se ha azuztado de Papá Noel? —el individuo puso sus brazos en jarras a la vez que miraba a padre e hijo de hito en hito—. ¡Venga ya, zoiz tontoz del culo! Nadie ze azuzta de Papá Noel, ¿verdad que no?
Arturito rompió a llorar y su padre se apresuró a alzarlo, sacándolo en volandas de las rodillas de aquel energúmeno.
Dispense, ya nos vamos —murmuró alejándose a toda prisa.
¡Oye, ezpera! —gritó Papá Noel, levantándose de un salto y corriendo tras de él hasta asirle por el hombro—. ¡No te vayaz de eza manera, me eztás hundiendo el negocio! ¿Qué van a penzar todos loz niñoz de la cola?
¡Me da igual!
Arturo se desasió de un violento tirón de las garras del otro y, todavía con su gimoteante hijo en brazos, corrió por la atestada antesala de los grandes almacenes hasta alcanzar la calle. Rápidamente paró un taxi y penetró en su interior.
¡Deprisa, salga disparado de aquí! —le gritó al taxista.
En aquel momento el enfurecido Papá Noel llegó hasta ellos y comenzó a golpear el cristal de la ventanilla con frenética energía.
¡Zal de ahí dentro, capullo! ¡Da la cara! ¡Gilipollaz, trae a tu hijo para que me diga qué coño quiere para Navidaz! ¡Mal padre, gamberro, dezcreído! ¿Azí le enzeñas a tu hijo a rezpetar laz fieztaz? ¡Ven aquí zi te atrevez!
Por fortuna el vehículo aceleró zambulléndose entre el denso tráfico y Arturo contempló aliviado como aquel energúmeno vestido de rojo iba empequeñeciéndose en la distancia, todavía lanzando exabruptos y gesticulando con los brazos en alto. Entonces suspiró aliviado y se sacó un pañuelo para sonarle los mocos a su hijo, quien hipaba en silencio a su lado.
Lo siento, Arturito —le dijo con una media sonrisa—. Tu madre tenía razón, ha sido una mala idea venir aquí.
Ciertamente su intento de acercar al niño al concepto de celebración navideña había acabado en un rotundo fracaso. Susana estaba en lo cierto y él se equivocaba, ellos no estaban preparados para festejar la Navidad.


El jefe de personal observó el expediente que tenía sobre la mesa y luego clavó su fría mirada en la figura de Arturo.
Lo siento, señor Mendieta —dijo con cierta alegría mal disimulada—, pero en estos días de pedidos urgentes la empresa precisa de alguna persona que monte guardia en la oficina. Mucho me temo que tendrá usted que trabajar el día de Navidad.
No hay problema, señor.
¿Eh? —El jefe de personal pareció un tanto decepcionado y repasó el informe con mayor detenimiento—. ¡Pero si usted ha estado haciendo guardia todas las Navidades desde hace siete años! ¿Cómo es posible?
Si se fija bien, verá que en los años anteriores siempre he sido voluntario. He ido sustituyendo a todos mis compañeros cuando les tocaba venir, así que no me importa si en esta ocasión ha llegado mi turno de montar guardia dicho día.
Pero eso significa que lleva usted siete años sin celebrar la Navidad en casa con su familia.
No importa, ya comparto con ellos los otros días del año.
¡Pero Navidad! —Su superior le miró con incredulidad—. ¡Es el día mágico, el Nacimiento del Señor, las fechas más señaladas de amor y recogimiento!
Un día como otro. Incluso algo más paliza, si me permite la expresión.
¿Cómo...? —El jefe de personal no salía de su asombro y volvió a hundir la mirada en el expediente, desmenuzándolo letra por letra en un desesperado intento de hallar una explicación a tan desconcertante actitud. Por fin pareció hallar algo interesante en el historial y alzó la cabeza sorprendido—. ¡Es fascinante! Permítame un momento, tengo que hablar con el señor Delarrubia.
Esta vez Arturo sí que se sobresaltó. ¡El señor Delarrubia, el Director General de la empresa! ¿Qué estaba ocurriendo?
Pasaron cerca de diez minutos antes de que Arturo oyera cuchicheos tras la puerta del despacho. Sobresaltado, clavó los ojos en las sombras que se reflejaban en el cristal y aguzó el oído tratando de entender lo que se decía al otro lado.
...no hay la menor duda —la voz del jefe de personal subió algo el tono haciéndose más audible—, todos los datos coinciden. Además, la prueba del ADN es concluyente: ese hombre posee el gen.
¡Qué extraordinaria casualidad! —Arturo se sobresaltó al reconocer la voz del mismísimo Director General—. Veamos ese portento.
La puerta se abrió y los dos hombres entraron mientras Arturo se levantaba con rapidez.
Siéntese, siéntese —Delarrubia hizo un gesto con la mano y Arturo le obedeció mientras los recién llegados se aposentaban ante él al otro lado del escritorio. El Director General le observó con evidente interés y asintió satisfecho—. ¡Es realmente extraordinario! Usted no lo sabe, amigo mío, pero posee un don muy apreciado por esta empresa.
¿Un don?
Señor Mendieta —el jefe de personal tomó la palabra—, como sabrá la ley autoriza a nuestra empresa para que pueda realizar un estudio genético de todos los empleados antes de contratarles, de esa forma se detectan posibles malformaciones que serían inadecuadas para el futuro desempeño de su cometido. Los análisis de usted son correctos, no se alarme, no obstante... Hasta ahora no habíamos prestado atención a un dato al parecer irrelevante, pero acabo de revisar los resultados y no existe la menor duda: usted posee un gen poco frecuente entre la clase trabajadora, un gen que nos puede ser muy útil.
El gen de la inmunidad comercial —Delarrubia puntualizó con una enorme sonrisa bailando en sus labios—. En otras palabras, usted es inmune por naturaleza a todo tipo de campañas publicitarias, no le afectan los anuncios, pasa olímpicamente de las fechas señaladas. Seguro que no hace caso del Día del Padre ni del Día de la Madre, y por supuesto le parece una solemne memez eso de celebrar la Navidad regalando tonterías y abalorios a diestro y siniestro. ¿Me equivoco?
No, en absoluto —Arturo se sobresaltó al ver expresada su forma de pensar de una manera tan exacta.
Mire, amigo, voy a hacerle partícipe de un secreto, el secreto mejor guardado por toda la clase dirigente: los seres humanos son extremadamente manipulables. ¿Se ríe usted? Piensa que eso es una verdad de Perogrullo, ¿verdad? Cierto, pero no por ello resulta menos cierta. Hace años se descubrió que la propaganda lograba controlar a las masas, manipulándolas a la vez que anegaba su individualidad y su raciocinio. Fíjese en lo que consiguieron con semejante técnica los nazis: llegaron al poder y casi arrasan el mundo. ¿Y cuál fue su arma principal? La propaganda, no lo olvide usted. Hoy en día el propio capitalismo se basa en la propaganda. Somos los mejores, los más libres, los más desarrollados, los que siempre tenemos razón. Propaganda, simple propaganda, una campaña muy hábil que ha ido calando en las masas adormeciendo su espíritu crítico.
Pero el sistema capitalista se basa en el consumo —el jefe de personal asintió con la cabeza y prosiguió con la historia del otro—. Debemos lograr que la gran masa compre, gaste, se endeude y haya de trabajar más para seguir comprando, gastando y endeudándose. Es una espiral sin fin que mantiene en funcionamiento la maquinaria del capitalismo. Nosotros, los comerciantes, somos el ejército encargado de mantener todo el sistema en marcha. Durante todo el año creamos días especiales para el consumo compulsivo, obligamos a la gente a gastar incluso por encima de sus necesidades. Por eso las campañas navideñas son cada vez más largas, empezamos en noviembre y acabamos en enero. Un trimestre de gasto desenfrenado que endeuda a mucha gente, obligándola a producir a un ritmo cada vez más acelerado, preparándola para el próximo año. Engrasamos el capitalismo para que funcione con la precisión de un reloj.
Claro que, con el tiempo, la gente comienza a ser inmune a nuestras tácticas —Delarrubia continuó con nuevo brío—. Cada vez hay que aumentar la dosis de propaganda, hacerla más subliminal, más repetitiva. Surgen nuevos individuos con mayor resistencia a las campañas de ventas, mutaciones capaces de obviar el intenso bombardeo publicitario. Usted es una muestra palpable de lo que digo, de alguna forma su ADN ha adquirido un gen inconformista que no se deja influenciar.
Algunas empresas ya están empezando a utilizar técnicas de intimidación. Se ha puesto de moda contratar a individuos zafios para que se vistan de Papá Noel y obliguen a la clientela a comprar y encargar regalos. Como dicha técnica se realiza dentro de establecimientos con libre acceso hasta ahora la ley no se ha involucrado en el asunto. Pero a mí no me convence semejante método, lo encuentro extremadamente peligroso y creo que puede producir en la opinión pública un resultado contraproducente.
Estoy de acuerdo —Arturo se estremeció recordando su anterior experiencia.
Por eso nosotros hemos creado nuestra propia estrategia —el Director General clavó los ojos en el rostro de su empleado—. Y ahí es donde le necesitamos a usted.


Arturo avanzó por entre el gentío que atestaba el enorme vestíbulo de los grandes almacenes. Se sentía ridículo dentro de aquel estrafalario vestido rojo que le bailaba por todo el cuerpo, con un cojín oculto atado a su estómago y portando encasquetado en la cabeza un ridículo gorro del que pendía una borla no menos ridícula. La barba postiza le picaba en el rostro haciendo que, de forma involuntaria, tuviera que estar ajustándosela al tiempo que se rascaba con fruición.
¿Cómo se había dejado convencer para interpretar semejante mascarada? Bueno, en realidad no le habían convencido. El jefe de personal había sido taxativo: era eso o el despido, no había otra opción. Además, el sueldo era bastante bueno y el trabajo no resultaba difícil. Pero todo ello no impedía que Arturo abominara de semejante tarea. Si no fuera porque tenía un hijo pequeño que mantener...
Según le había explicado el propio Delarrubia, Arturo había sido inoculado con un virus manipulado en los laboratorios de la empresa que provocaba en su portador una fiebre consumista sin límites. El hecho de que él fuera inmune le convertía en el recipiente adecuado para extender el contagio por entre los consumidores. Al parecer dicho virus necesitaba un cuerpo como el suyo para poder desarrollarse, pues en un individuo normal moría al cabo de poco tiempo. Arturo tan sólo tenía que tocar a una persona con sus guantes especiales y el sujeto en cuestión se veía inmerso en una vorágine derrochadora que podía durar varias horas.
Pero, ¿estaba bien lo que Arturo hacía? Él nunca había creído en la Navidad, considerándola una fiesta artificiosa y falsa, impuesta por la jerarquía imperante, una hipocresía cuya auténtica finalidad era impulsar a la población a gastar de forma desenfrenada. ¿Era ético que él esparciera aquel virus obligando a los demás a derrochar su dinero en algo que sabía erróneo y manipulador? Tal vez sería mejor renunciar a aquel trabajo e intentar ganarse la vida de una forma menos inmoral.
¡Ezte zitio ez una mierda! Zeguro que no vaz a encontrar nada, vámonoz.
¡Esa voz! Arturo se volvió con rapidez y escrutó con ansiedad entre las caras que desfilaban ante él. Por fin descubrió su objetivo. El tipo iba de paisano, pero no había la menor duda: era él, el maldito Papá Noel que había hecho llorar a Arturito la tarde anterior. Se trataba de un individuo feo y abigarrado, de mirada algo estúpida y ademanes groseros. Un paleto, penso Arturo sin piedad. Llevaba casi a rastras a un chico mayor, de unos quince años, que era el vivo retrato en joven del otro. Su hijo, el pobre, digno heredero de la fealdad paterna.
¡Aquí, aquí! —El mozalbete gimoteó con voz estridente—. ¡Vamoz pa, yo quiero eze coche!
¿Te haz vuelto tarumba? —el hombre puso los ojos en blanco—. Eze trazto vale un huevo, ya compraremoz otra coza en una tienda máz barata. Ahora tenemoz que irnoz, tengo que hacer de Papá Noel dentro de media hora.
¡Yo quiero eze coche! ¡Buaaaa!
¡Que te ezperez, joder! Ya intentaré birlarle la cartera a algún cliente ezta tarde y volvemoz luego, ¿vale ya?
Ante aquellas palabras Arturo se enardeció mientras una extraña luz parecía crecer en su interior. Con paso vivo se acercó a aquel energúmeno sintiéndose dominado por una repentina sensación de poder.
¡Eh, tú! —gritó llegando a su lado.
¿Qué paza? —el otro se volvió bizqueando y le miró sorprendido.
Arturo se abalanzó sobre él y, ante su estupor, le abrazó con vehemencia.
¡Feliz Navidad, gilipollas!

sábado, diciembre 19, 2009

domingo, diciembre 13, 2009

Libro de cabecera, libro de papelera


 A estas alturas todo el mundo estará informado y habrá leído el Manifiesto "en defensa de los derechos fundamentales en Internet". Yo también, mira por donde. Y eso que a mí me cuesta leer las cosas por pantalla. Ahora sólo falta que lo haya entendido.

 El caso es que la SGAE la ha vuelto a liar, siempre en su afán recaudatorio. Yo soy (pretendo ser) autor, pero no me siento Nada representado por una sociedad donde ponen en el mismo saco a autores y editores. Los unos con su "arte" y los otros con su "parte". Vamos, que ni tan sólo el autor más consagrado del mundo suele ganar entre un diez o (seamos ilusos) un quince por ciento de las ventas generadas por Su Obra. Así, en realidad la SGAE defiende más a los editores que a los autores, digamos que en una proporción de 9 a 1. ¡Jolines! Ya me gustaría jugar a la lotería con semejante posibilidad de acierto...

Ya sé, ya sé. Los editores (Los Graaaandes Editores Que Hacen Negocio Con La Cosa, también en esto hay clases)  ponen la pasta y sin ellos no existiría ese libro que llega a los lectores. Pero es que semejante tinglado se está acabando, y ahí les duele. Internet ha logrado (bueno, casi) que no sea necesaria la figura del intermediario. Si un autor puede poner su obra en la Red, haciéndola llegar a los lectores sin necesidad de nadie más, sin duda el precio de la obra puede ser mucho, mucho, pero mucho más barato. Se podría adquirir/leer una novela por un par de euros... o incluso menos. ¡Si la mayoría de autores se daría con un canto en los dientes por cobrar ese importe por cada libro que su editor dice que vende!

Otra cosa. ¿Hasta qué punto es necesario, legal y ético que uno siempre cobre por cada copia de su obra? Y digo copia, no plagio, un tema muy diferente. Quiero decir que un autor debe cobrar por su trabajo de forma digna e igual que cualquiera, faltaría más. Pero llega un momento en que ese trabajo ya no le pertenece, forma parte del patrimonio universal. Entonces puede y debe cobrar si alguien lo utiliza como base para realizar otros proyectos remunerados (diferentes versiones, un guión para otro medio como cine o cómic, etc), pero si quien lo copia es alguien particular que lo hace sin ánimo de lucro... en teoría el autor ya debería haber cobrado por dejar su obra al alcance del público. Por supuesto, semejante planteamiento hoy en día es bastante utópico.

Un amigo mío me decía en una ocasión que todo el mundo habría de cobrar lo mismo por su trabajo. Si un futbolista, un cantante o un escritor, entre otros, cobraran idéntico sueldo que un albañil, un vendedor o un lampista (otros que tal), sin duda cada cual trabajaría en lo que le gustara de veras y no sólo ern aquello que le reportara más beneficio. Ya sé que es utópico, sólo lo pongo como ejemplo de lo que Debería Ser. Igual de escandaloso me parece que un futbolista cobre millonadas por hacer equilibrios con un balón, o que un editor o una discográfica se forren con las ideas/canciones de un autor, o que un golfista sea uno de los tíos con más millones del mundo, o que los inventores de Windows o Google naden en la abundancia porque el mundo se ha enganchado a Internet y ellos se han quedado con la llave.

Pero volviendo al tema que nos ocupa. El problema es que la literatura como tal ha muerto, o al menos está muy malita, no nos pongamos en lo peor. No hace muchos años era normal presumir de libro de cabecera, aquél que uno siempre tenía al alcance de la mano para volver a leer con fruición, buscando ese pasaje que tanto le había cautivado. No era raro haber leído una obra en cinco o seis ocasiones, incluso una docena de veces. Yo mismo tengo por casa libros que casi me sé de memoria de tanto releerlos. Pero semejante orden de cosas hace tiempo que ha pasado a la historia. Confesémoslo: ¿cuántos libros de los comprados, adquiridos o pirateados en el último par de años hemos vuelto a leer otra vez? ¿Dos o tres, sólo uno? ¿Tal vez ninguno? Estamos inmersos en la cultura del usar y tirar.

Y tal vez la culpa no sea toda nuestra. La propia literatura parece haber bajado el listón, se ha vuelto mediocre. Los propios best sellers que tanto se venden y fascinan no tienen excesiva calidad literaria, para qué nos vamos a engañar. ¿Leerlos otra vez, cuando ya no están de moda? ¡Ni locos! Son un peñazo. Y lo mismo pasa con las canciones, cualquiera las escucha cuando ya no suenan por la radio. No es de extrañar que la SGAE quiera sacar pasta de cualquier movimiento transversal entre el público internauta, hay que exprimirlo todo al máximo porque no hay más cera que la que arde. En el caso de los libros, la mayoría de ejemplares leídos acaban abandonados en un rincón de casa, hasta que estorban tanto que van a parar directamente al cubo de la basura... reciclados o no. Y eso hace que duela más el que nos quieran cobrar por su lectura.

Triste es, pero hoy en día ya no existen libros de cabecera. Más bien son libros de papelera. Y así nos va.

sábado, noviembre 28, 2009

Vídeo para el finde

Pues nada, ahí queda eso. Para que digan que sólo en EE.UU se hacen cosas buenas.



¿A que mola?

martes, noviembre 24, 2009

La cocina del infierno


Éramos pocos y parió la monja. ¡Peniténciate! Ahora nos sale la teóloga benedictina Teresa Forcades con su vídeo Campanas por la Gripe A, record de visitas en YouTube (se puede ser a la vez religioso y modelmo, qué caramba) y nos habla de la Teoría de la Conspiración. Así, a pelo, lo ha vuelto a manifestar durante un congreso celebrado este fín de semana en Barcelona, donde gente de todo pelaje ha llegado a negar no sólo la pandemia de gripe que nos acecha, también los atentados del 11-S.

Bien, sin llegar a semejantes extremos, uno debe reconocer sus dudas respecto a ciertas cuestiones oficiales que siempre me han parecido un poco (bastante) peliculeras. También soy de los que opinan que se ha exagerado sobremanera la tan cacareada pandemia y que de lo acaecido el acíago día del 2001 no sabemos ni la mitad. Sospecho, como la mayoría de gente, que las industrias farmacéuticas están haciendo su agosto a costa del miedo inducido de la población, vendiendo unas vacunas de dudosa eficacia y que por suerte sólo nos han de proteger contra la gripe, sea de la letra que sea.

En definitiva, menos histeria y más historia. Sin duda en los grandes fogones de las multinacionales están cocinando un caro guiso que nos quieren hacer tragar en forma de menú del día. ¿Crisis, qué crisis? ¡Vacúnate, caramba! No diré yo nada en contra, por supuesto, pero qué oportuna ha sido la gripe A para sanear ciertas cuentas de resultados. Y para mantener a la ciudadanía entretenida, que no todo ha de ser partidos de fútbol y/o escándalos político/financieros. Pan y circo en versión siglo XXI.

Lo cual me hace recordar la noticia que me han contado hace poco. Un cliente del Bulli de Ferrán Adriá, el mejor restaurante del mundo mundial, tras acabar su menú se comió la cuenta el otro día, creyendo que era uno de sus exquisitos y deconstuídos platos que le iban siriviendo. El hombre vió la presentación tan exquisita, con bombones y todo, que ni corto ni perezoso se zampó la nota con el precio. Ignoro si sus papilas gustativas le hicieron alcazar el éxtasis con semejante ingesta. Lo cierto es que al final no pagó por el ágape y todavía se hallan discutiendo la jugada, ahora de forma judicial. ¿Habrá encontrado este hombre una nueva vacuna para no pagar la cuenta? ¿Si te comes la nota quedas inmunizado contra la factura? Mmm. Habrá que preguntarle a la monja Forcades, a ver qué opina como experta.

Yo, por si acaso, seguiré comiendo simples bocatas. Y pagándolos...

sábado, noviembre 21, 2009

Quien tiene un amigo, tiene un facebook


 Resulta extraño, pero tengo un amigo que no está en Facebook. Al menos uno, añado, porque nunca se sabe, ni todo lo que hacen los amigos, ni todo lo que corre por Facebook. Sea como fuere, después de recibir en su correo electrónico tropecientos mensajes con el consabido "Visita mi perfil de Facebook" mi amigo comienza a estar un poco harto del tema. No sabe qué hacer para que le dejen tranquilo, y eso que no tiene el más mínimo interés en unirse a ninguna de las mal llamadas redes sociales, las cuales tienen mucho de redes pero poco de lo otro. Y eso que, como digo, él no se mueve por el muro ni recibe "sugerencias" para aumentar las amistades y/o hacerse seguidor de Esto o Aquello.

 El caso es que yo le entiendo muy bien. De hecho no hace mucho que un servidor se ha unido a la Cosa y también empiezo a estar hasta la coronilla. Seamos sinceros: el 99 por ciento (y soy generoso) de los comentarios que se escriben en el dichoso muro son banalidades, paridas y ganas de pasar el rato, la mayoría escrito por gente que se aburre en casa o en el trabajo y tiene acceso a Internet. Lo que por norma suele escribirse resulta un cruce entre el diario chorras de Bridget Jones y los mensajes de las galletitas de la fortuna chinas. Por supuesto, también está el aspecto comercial; se montan grupos para "vender" cualquier cosa o idea, desde el (presunto) talento de un artista, pasando por la típica página web o revista electrónica. Particular atención merecen esos grupos variopintos que se crean, lo mismo para salvar focas que para arrearle guantazos a Ramoncín y quemar la SGAE. Yo mismo he intentado utilizar Facebook para publicitar mi última novela, aunque con bastante poco tino por lo que parece. Tal vez porque tampoco soy demasiado buen vendedor...

 Resumiendo, tal y como lo veo Facebook (o Tuenti, o MySpace, todos son iguales) es una especie de gigantesco puzzle de propaganda donde se puede publicitar cualquier cosa, desde un producto a una persona, un objeto, un libro, etc, dirigiéndose a un sector determinado que puede ser "cliente potencial". Vamos a ver si me explico bien. Hasta ahora, la gente dedicada al extraño oficio del marketing, los creadores de necesidades inexistentes, esos seres capaces de venderte cualquier cosa, eran cazadores de presas que salían al monte, agazapándose en la oscuridad para saltar sobre cualquier "comprador potencial" que pasara. Si por casualidad u olfato encontraban una manada, estupendo, más fácil y mucha más caza. Ahora, gracias a las redes sociales, digamos que el cazador se ha convertido en pastor. Reúne un buen rebaño, lo junta tras una buenza cerca, y ya lo tiene a su disposición sin necesidad de ir a perseguirlo por ahí. Sin duda el publicista ha evolucionado, ha dejado de ser nómada para convertirse en sedentario. El siguiente paso, que también se está dando desde hace tiempo, es la doma y cría de compradores domesticados, los cuales obedecerán sin titubear las órdenes dadas.

 Vale, como experimento sociológico Facebook y demás redes resultan muy interesantes. Pero como forma de comunicación con los "amigos"... ¿qué queréis que os diga? Me saben bastante a timo. ¿Tener cien, doscientos, trescientos amigos? ¡Menos lobos! ¿Cuántos de esos presuntos amigos no pasarían al lado de uno por la calle y ni siquiera saludarían? Podemos hacer la prueba. En cambio, por la red tienes que decirles qué estás haciendo casi a cada momento, mantenerles al día de cualquier nimiedad. Y viceversa, por lo que todo ese tejemaneje colapsa tu bandeja de entrada del correo. Mensajes tontos a matar: "Fulanito ha comentado una foto de Menganito". Fabuloso. "Zutanito te ha mandado una invitación para la Parida de Turno". ¡Jo, qué plasta! En fin, no es de extrañar que cada vez más gente se salga del invento y cierre su perfil. Además, Facebook acaba de salir a Bolsa. ¿Cuál puede ser el producto que tengan para vender y subir su cotización? Sólo se me ocurre uno: los datos facilitados por los perfiles de sus usuarios.

Total, que hasta la fecha ya tengo varios amigos hartos de Facebook, un servidor entre ellos. Normal, es una moda y como tal pasará. Por mi parte, prefiero tener los amigos en vivo y en directo, a ser posible con una cerveza de por medio. Pero es que soy muy rarito.

jueves, noviembre 12, 2009

El placer privado


Interesante cuestión la que nos plantea la polémica campaña llevada a cabo por la Junta de Extremadura... Y aquí cabe el chiste típico de que sea precisamente Extrema y Dura la comunidad que lance para los jóvenes sus "enseñanzas sobre masturbación".

Bueno, dejemos aparte la polémica sobre si es ético o conveniente que los organismos públicos se entromentan en nuestros asuntos privados, queriendo aleccionar sobre cómo ligar o cómo masturbarnos. A estas alturas, y con mis limitaciones, un servidor ya acepta consejos de cualquiera...

Pero es que el tema me ha hecho recapacitar un poco, mira por dónde. Tras navegar un rato por Internet, leer las noticias de la prensa, con su cada vez mayor sección de contactos, zapear por la tele recalando en Grandes Hermanos, Salvames varios y "programas" similares, incluso viendo ciertos anuncios de coches, desodorantes o compresas, uno llega a la conclusión de que el sexo ya está en plena calle, siempre bajo la luz de los focos. Se practican kikis casi a la vista de todo el mundo, con o sin edredón. ¡Qué lejos queda el tiempo en que Nina Hagen escandalizaba al personal alemán, explicando por la tele cómo se masturbaba! El sexo se ha popularizado, aunque por desgracia también se ha vulgarizado, se ha tornado tosco. Es un "aquí te pillo, aquí te mato" que nos asalta todos los días desde cualquier esquina.

Hoy en día, en una sociedad tan exibicionista como la nuestra, tan sólo existe un ejercicio onanista que se realice en privado, en la más absoluta intimidad, siempre a escondidas y sin publicidad. Se trata de una práctica que sólo es ejercitada por un sector cada vez más pequeño y marginal de la población. Por supuesto, me estoy refiriendo al "vicio" de la lectura. Un genuino placer solitario que, por lo que parece, muy pocos saben practicar en la actualidad. Una pena.

¿Tendrían que dedicarle más campañas institucionales a la lectura? No lo sé, la cosa está malita y el problema viene de lejos. Lo único cierto es que, como dice la campaña de la Junta de Extremadura, "el placer está en tus manos". Y es que arriesgarse a leer ciertos libros (los míos, por ejemplo) puede llegar a provocar unas auténticas pajas mentales. ¿Nos atrevemos?

sábado, noviembre 07, 2009

El efecto Axe


Acabo de leer una noticia bastante curiosa. Digamos que mi extrañeza se ha diversificado a varios niveles, como en los videojuegos. Pero primero vayamos a los hechos, ya habrá tiempo de sacar conclusiones.

Resulta que un joven indio, de nombre Vaibhav Bedi, ha denunciado a la empresa Unilever, fabricante del famoso desodorante Axe, por "depresión y daños psicológicos", solicitando una indemnización de 30.000 euros.

¿El motivo de la denuncia? Pues que el joven declara haber estado utilizando el dichoso desodorante Axe durante siete años seguidos, siete, pero a pesar de lo que clama la publicidad del producto, ninguna chica se le ha acercado. Vamos, que en todo este tiempo  el pobre no se ha comido un rosco. ¿Y el tan cacareado "efecto Axe" de los anuncios? Cero patatero, las chicas a lo suyo, y eso que el sufrido Vaibhav rociaba desosorante en sus axilas como un descosido.

No sé si es normal que un producto realice una larga, tediosa y risible campaña publicitaria, saltándose durante años a la torera lo que en literatura algunos listillos llaman "suspensión de la credulidad". Pero también es de juzgado de guardia que haya panolis que se lo crean. Vamos, llegar a pensar que por rociarte los pinreles con cierto líquido vas a tener las portentosas aplicaciones de una especie de "atrapamoscas" para el sexo femenino... bueno, hay que hacérselo mirar. Y dice muy poco sobre la capacidad de ciertas personas, tanto publicistas como público objetivo. ¡Menudo ganado hay por ahí!

A lo que vamos. Visto lo visto, y leído lo leído, un servido se ha puesto a rociar con Axe todos los ejemplares de su última novela. Mi plan es bien simple y, a tenor de los resultados, consta de dos posibles alternativas. La primera, el efecto Axe funcionará y venderé un montón de libros entre el público femenino, convirtiéndome en todo un super-ventas. La segunda, y más probable, dentro de siete años podré demandar a Unilever por depresión y daños psicológicos a mi persona, ya que su publicidad errónea me hizo creer que la novela se vendería como churros entre las féminas, cuando ninguna se ha acercado ni por asomo.

Y es que no nos engañemos, hoy en día ni el cacareado efecto Axe vende libros. Penita pena.

Nos leemos, si no me abandona el desodorante...

miércoles, octubre 28, 2009

Como una novela



Parece mentira, pero la cosa ya está en marcha. "Democracia cibernética" se está distribuyendo entre los suscriptores de Espiral y también ha llegado a las librerías  especializadas. De hecho, ya me han llegado las primeras reacciones a la novela, y  por fortuna no he tenido que usar el pasaporte... todavía. Claro que aún es pronto.

Pero vayamos con los comentarios que algunos lectores han tenido la amabilidad de hacerme llegar. Una vez censuradas las frases soeces, los insultos y las amenazas... todavía se puede sacar algo en limpio, ¿qué te parece? El primer sorprendido soy yo, desde luego.

No voy a revelar nada importante de la trama, para eso hay que leer la obra. Ya sé que semejante medida puede parecer cruel, pero no deseo que mi editor se declare en quiebra, bastante ha sufrido ya en la maquetación de la novela. Así que si alguien desea contribuir a una buena causa, tan sólo tiene que comprar mi libro y el dinero servirá en parte para tapar un agujero enorme y tal vez contribuir a que la familia de un buen hombre, editor por más señas, pueda comer caliente otro día. Seamos generosos ahora que se acerca Navidad...

Bien, ante todo se me ha comentado que tal vez podría haber desarrollado más el prólogo, donde explico la guerra de las corporaciones, así como la creación de los cyborgs. Es algo que menciono de forma bastante somera al principio, tan sólo para situar la historia en un momento determinado y sin ahondar en las raíces del conflicto. Cierto que tuve en mente semejante posibilidad, pero al final desistí de ello porque daba pie a realizar toda una nueva novela. Y es que el tema de la lucha mundial, con la llegada de la Nueva Era, da mucho de sí. Hay tanto material que sin duda sirve para una futura obra independiente, tal vez una precuela ahora que esa palabreja está tan de moda. Pero que nadie se asuste, de momento tan sólo es una idea.

En cambio, sí existe una especie de segunda parte, o secuela. Los más avispados, y los más masoquistas que hayan aguantado la lectura hasta el final, se habrán fijado que acabo la obra con un "Fín del Primer Ciclo". Ello es debido a que existe un "Segundo Ciclo" ya escrito... pero todavía sin corregir. ¡Horror, pavor y terror! Se trata de una obra titulada "Unidades de carbono" y que sitúa la acción unos veinte años más tarde de los hechos acaecidos en "Democracia cibernética". Aunque esta obra concluye sin fisuras, es cierto que deja las puertas abiertas para saber qué sucede con esa sociedad tecnificada que he creado. La solución está en "Unidades de carbono", donde doy otra vuelta de tuerca a la historia, con un final tanto o más sorprendente que el anterior.

Pero claro, ahora hace falta algún editor tan osado que se preste a publicarlo. Lo tengo claro...

Como se acostumbra a decir, seguiremos informando. Que os sea leve.

martes, octubre 20, 2009

El hijo de la Luna y el comandante Tom


 Resulta sorprendente, pero hoy en día a nadie le suena el nombre de Zowie Bowie. Lo mismo puede ser el título de un videojuego nuevo, o un trabalenguas anglosajón para críos, o quizás el nuevo superhéroe de Marvel/Disney, producto de la picadura de un Mickey Mouse radiactivo. Pues no señor, se trata del genuino patronímico con el que el genial David Bowie tuvo la ocurrencia de inscribir a su hijo.

Conste que yo soy gran admirador de tan ilustre cantante y compositor, pero... ¡Menudo nombrecito se sacó del magín! En su defensa tan sólo puedo aventurar que se trataba de su etapa psicodélica y que todavía se hallaba perdido como el comandante Tom de su  archifamoso primer gran éxito. No me extraña lo más mínimo que un todavía jovencísimo Zowie decidiera cambiarse el nombre, trasmutándose en Duncan Jones.

Y hete aquí lo que son las cosas. Duncan Jones es un nombre más bien corriente, sin excesivo glamour. Pues ya suena, y con gran fuerza. Pasando olímpicamente de los deseos de su padre, el amigo Duncan se desentendió de sus clases musicales y se lanzó a la dirección. Tras estudiar en la Escuela de Cine y trabajar en spots con los hermanos Scott (Ridley y Tony), por fin ha dirigido una película de ciencia ficción titulada Moon, la cual está triunfando en todos los festivales donde se presenta.

Se trata de una gran película, sin duda. Como de las que se hacían antes, vamos. Con ecos de 2001, Alien o Naves misteriosas por citar algunas referencias, Moon nos devuelve otra vez ese sentido especulativo que yo creía perdido en la pantalla. Los efectos especiales, unos 450, sólo sirven como soporte de la historia, además no hay batallitas y el guión es inteligente, te hace pensar. Y por si fuera poco, la interpretación de Sam Rockwell es fabulosa. O sea, una maravilla.

Resumiendo, que se puede ser Hijo de Famoso y a la vez culto e inteligente, incluso genial. Tal vez porque en esta ocasión se es hijo de la Luna y del comandante Tom. Ahí es nada.

¡Que aprenda Paris Hilton!

martes, octubre 06, 2009

Los sábados, también al sol


Ya estamos de vuelta en casa tras nuestro corto periplo por tierras vascas. Hemos pasado unos días fabulosos en Bilbao, donde acompañados por el calor de un sol de justicia volvimos a disfrutar de tan hermosa ciudad y de su entrañable gente. Pero no nos enrrollemos, cual catálogo de viajes de El Corte Inglés, y vayamos al grano.

El sábado 3 de octubre los amigos de la TerBi tuvieron a bien asistir a la presentación que hice de mi novela "Democracia cibernética". El acto tuvo lugar en el Aula de Grados de la Facultad de Económicas de Sarriko. Con eso queda demostrado que los vascos son gente intrépida que no se arredran ante nada ni ante nadie. Soportar con estoicismo mis disertaciones sobre el Quid de la Cosa sin duda tiene su mérito. Ante una nutrida asistencia de aficionados intenté explicar de forma prolija de qué va el argumento de la historia. Y cual fue mi sorpresa cuando nadie huyó despavorido, aguantando hasta el final de la charla.

Claro que yo jugaba con ventaja. Antes, el amigo Angel Rodríguez había realizado una brillante disertación sobre la novela popular española, metiéndose al público en el bolsillo con su riguroso trabajo. Nadie podía prever que después de tan atractiva explicación un servidor se iba a salir por la tangente. Pero es que uno es muy suyo, por lo que me lancé a la brava, improvisando una conferencia capaz de aburrir a las ovejas. Soy así...

Por otra parte las deserciones eran casi imposibles, pues acto seguido Luis Alfonso Gámez nos iba a deleitar con una hábil conferencia sobre la génesis de la ufología, esa presunta pseudociencia para papanatas. Partiendo del film Ultimátum a la Tierra (el genuino, no su birriosa copia moderna), el periodista supo desgranar con habilidad el entramado de falsos mitos que se ha forjado sobre el tema. Una conferencia fascinante que se me hizo muy corta.

Y mientras tanto, el menda iba firmando y dedicando libros a un nutrido grupo de aficionados y entusiastas compradores (?)  Ante semejante maravilla sólo puedo agradecer el gran esfuerzo de mi estimado editor Juanjo Aroz, así como de su encantadora esposa Pilar, quien nos hizo sentir como en casa. Sin duda gran parte del mérito de tan sorprendente suceso estriba en el poder de convocatoria de ambos, así como en la extraordinaria portada que Koldo Campo ha realizado. ¡Si con semejante presentación hasta es posible que alguien se atreva a leer el libro y todo!

Qué más puedo decir del maravilloso recibimiento hacia mi obra y mi persona. Me lo pasé de fábula ante un montón de gente estupenda, tanto en la presentación como en la posterior comida. Malo como soy para recordar nombres, citar a todos para darles las gracias me sería imposible. Por fortuna cuento con la inestimable ayuda de Clara, quien también fue agasajada como una reina, así al menos podremos mencionar a alguno de ellos.

Sin duda Ricardo ha de ser el primero en mi lista de damnificados. Hace años que le conozco y siempre le he visto desarrollar una febril actividad que me ha impresionado. Afable, buena persona y trabajador como pocos, encima el puñetero escribe unos relatos de gran calidad que me entusiasman. Tampoco puedo dejar de mencionar a Lola, quien nunca sé si es más vasca que catalana... o viceversa. Tuvo la delicadeza y paciencia de enseñarnos Bilbao en su coche, porque además de ser simpática conduce muy bien... no como yo.

Una mención especial para Luis (y Charo, me apunta Clara). ¿Qué puedo decir de este hombre, salvo que me ha salvado del aburrimiento en varias Hispacones con su inestimable compañía? Si un día se hiciera una estatua al aficionado del fandom, sin duda habría de tener el rostro de Luis. Es un genuino pura sangre, de veras. Y una gran persona, no hace falta decirlo.

César es un caso aparte. Lo sabe todo, y cuando digo todo quiero decir todo. Hablar con él es ponerse al día, sin necesidad de Internet ni diarios. Incluso tras un largo poteo, cuando ya los zuritos de cerveza se me amontonaban en exceso, yo todavía seguía escuchándole y aprendiendo cosas nuevas. Y es que César es un vendaval, da gusto salir con él.

Bueno, no pararía de mencionar gente. No quiero dejarme en el tintero a Ekaterina, cuyo nombre es incapaz de ser olvidado, al igual que su espíritu marchoso y su pasión por los mojitos. Sólo decirte que tienes razón y lo mismo me meto en eso del Facebook (pues ya tengo más de veinticinco tacos, ya sabes porqué lo digo). Y también un saludo para el otro compañero de poteo, un tío muy majo pero cuyo nombre se me ha olvidado con tanta cerveza. Lo siento de veras, si vienes a Barcelona por lo del Premio UPC lo mismo nos vemos y me lo recuerdas...

Y mencionar también a otros escritores, como el gran Juanjo Sánchez Arreseigor, el no menos grande David Calleja, Juan Moro y su encantadora esposa, Joseba Paulorena y José Ramón Vila... Bueno, y ya puestos todo el listín telefónico de Bilbao.

Y claro, también dar las gracias a mis amigos del alma Juanjo, Maittane y Arrate, con quienes pasamos un domingo inolvidable. A ver cuándo se puede repetir, aunque sea en otra parte.

miércoles, septiembre 30, 2009

Seguimos de vacaciones

Pues eso, por si a alguien le interesa, seguimos de fiestuki y sin darle un palo al agua.

Eso sí, con buena música... más o menos. Ahí os dejo esto:



¿A que mola?

lunes, septiembre 14, 2009

Democracia cibernética, la pesadilla

Se veía venir. Para que conste en mi defensa, lo he estado advirtiendo durante una buena temporada: "Democracia cibernética", la novela, ya está aquí. A primeros de octubre comenzarán a distribuirse los ejemplares entre suscriptores de Espiral, librerías especializadas y algún local de mala nota. Es lo que tiene ser un escritor petardo, se llega a sitios inimaginables para los que son plumíferos de pro. Y Juanjo, editor de Espiral, no tiene culpa alguna de tal desaguisado. El pobre no sabe la clase de libro que ha engendrado en el seno de tan loable colección...

Comento todo esto porque ya han comenzado a llegarme las primeras críticas, y no de la novela (pues aún se está cociendo en la imprenta), pero sí de los vídeos promocionales que un servidor ha ido pergreñando con alevosía y nocturnidad. Ante todo debo decir que la propaganda No Tiene Nada Que Ver con el contenido de la obra. El libro es (o más bien pretende ser) serio y reflexivo, aunque con acción intensa Marca de la Casa (apaga y vámonos). En cambio, yo he diseñado (toma pegote) una publicidad jocosa y festiva para hacer la cosa más atractiva a un público cada vez más disperso (y no podéis imaginar lo disperso que está, más bien huye en desbandada). Hay que llamar la atención como sea, así que un poco de guasa debería ir bien.

Por supuesto soy consciente de que no a todo el mundo le gustará mi estilo publicitario, que rompe y rasga. Habrá quien envidie mi recia apostura y la nobleza de mi bello rostro ante la cámara, para ellos la solución radica en visitar a un buen oftalmólogo y tal vez pasar por cirugía correctora de la retina. Habrá quien se sienta airado ante mi varonil tono de voz y mi correcta dicción, problema sencillo de arreglar con una simple trompetilla. Habrá, en definitiva, quien no encuentre mi sentido del humor adecuado, tal vez porque su espíritu crítico se ha visto embrutecido con dosis masivas de cómicos nefandos como puedan ser los Monty Phyton o Les Luthiers. Mal asunto, les recomiendo visionar Obras Maestras del Séptimo Arte tipo "Los bingueros" y mirarse los chistes de Arévalo o las parodias de Los Morancos. ¡Eso sí es humor corrosivo! Al menos a mí me corroe cuando lo veo...

Lo cierto es que hoy en día lo mismo da que hayas escrito un churro si la propaganda es buena. No hay más que echar un vistazo al mercado editorial para percatarse de ello. Casi me atrevo a decir que existe una relación inevitable entre uno y otro concepto: a mayor calidad de promoción, menor calidad literaria. Aunque semejante regla de tres no se puede aplicar a la inversa, pues a menudo menor calidad literaria no presupone mayor calidad promocional. O sea que uno como lector-comprador se halla por completo desamparado, a merced de estímulos externos mientras trata de elegir una Buena Obra en la que gastarse los cuartos, todo para solaz de su mente inquieta.

Resumiendo, pues se hace tarde y está tronando. Lo mejor que podéis hacer es comprar "Democracia cibernética", caramba. Si no os gusta el libro siempre podéis estar satisfechos, porque de forma interna (y externa) podréis decir aquello de "no me han enredado, ya lo sabía yo, ese memo es incapaz de escribir correctamente ni tan siquiera su nombre, menudo coñazo de libro". Un triunfo para vuestro ego por tener tan buen ojo clínico. O bien podeís decir como decía alguno que yo me sé: "Lo he comprado porque me daba lástima, pobrecillo". Vamos, seréis una especie de ONG para escritores lerdos como el menda.

Pero también, por increíble que pueda parecer, existe una segunda hipótesis. Ya sé que es muy rebuscado y fantasioso, pero.... ¿y si el libro os gusta, eh, eh ,eh? ¿Y si os divierte o/y os hace pensar? ¡Toooma! A lo mejor la historia vale la pena y todo. Los expertos en probabilidades dicen que si ponemos a un número infinito de monos aporreando un teclado, alguno de ellos en algún momento llegará a escribir "Hamlet", aunque sólo sea por pura chiripa. ¿Y quién dice que yo con mi "Democracia cibernética" no pueda ser ese mono con chiripa que ha escrito un buen libro? ¿A que acojona? Ahí os quería yo ver.

Así que no seáis malos ni malas, os lo suplico. Comprad "Democracia cibernética", venga, ya, porfa.

Y si queréis, también podéis leerla. Total, ya puestos...

viernes, septiembre 11, 2009

La soledad del escritor

Lo que son las cosas, caramba. Aprovechando mi parón vacacional y a remolque de un comentario dejado en el blog por el estimado Herr Alfonso, docto y viajado como pocos, he vuelto a coger el libro La soledad de Charles Dickens, de Dan Simmons. Quienes posean dicha obra, o al menos la hayan visto en un escaparate (a veces pasa, los escaparatistas modelnos hasta ponen libros con tal de impactar en la clientela), esas personas sabrán el esfuerzo que semejante acto representa, dado el considerable grosor del volumen. Así pues, yo tenía la aviesa intención de desmenuzar tan insigne obra con pelos y señales, pero hete aquí que se me han adelantado...

Otro escritor ilustre, mi admirado Juan Carlos Planells, ha realizado en BOL una soberbia reseña de la obra, sin duda infinitamente mejor y más elaborada que cualquier opinión mía. Ante semejante maestría nada puedo añadir. Comparto plenamente los comentarios del maestro y remito a los interesados a leer su extraordinario juicio de valor. Como siempre, Planells trasciende la simple reseña para ahondar en cuestiones de mayor calado, conviertiendo su escrito en todo un artículo de opinión sobre el Arte de Escribir. Y ahí sí, en las disquisiciones filosóficas un servidor se atreve a opinar, que sobre decir burradas nadie me gana.

Estoy de acuerdo en la afirmación de Planells respecto a que esta obra es "una historia sobre cómo se escribe una novela... un libro para escritores más que para lectores". Ciertamente, sin negar que un lector pueda disfrutar mucho con ella, sin duda un escritor sabrá sacarle todo su jugo. Y es que ser escritor no resulta nada fácil. Palabra.

El ejemplo que para ello tengo más a mano (el libro en cuestión) me sirve para el caso. En la historia se reinterpreta los últimos años de Charles Dickens y también de Wilkie Collins. Dos grandes escritores, dos destinos en cierta medida dispares. Yo soy rarito, no descubro nada nuevo, así que a nadie le extrañará saber que ciertamente en mis parámetros de lectura he admirado más al segundo que al primero. Ya de jovencito me cautivó su novela La piedra lunar, sin duda el primer referente de calidad a esa cosa que luego se llamaría la novela policiaca (o de suspense), uno de mis géneros preferidos. Pero el tiempo sin duda ha tratado mejor a Dickens, mientras la obra de Collins ha caído a un segundo plano, cuando no en un lamentable olvido. Nada extraño, es lo que sucede con el 99 por ciento de los escritores, y tal vez soy optimista.

El título de la novela (La soledad de Charles Dickens) viene como anillo al dedo a mis reflexiones sobre el oficio de escritor. Curioso si tenemos en cuenta que la obra en realidad se titula Drood y que el cambio de título en versión castellana nos retrotrae a cierta moda olvidada, cuando las películas eran censuradas hasta en su nombre. Claro que a veces, como en la presente ocasión, el cambio puede favorecer. Recordemos por ejemplo la emblemática película Con la muerte en los talones, cuyo título original era el insípido North by Northwest. No hay color. Pero no nos desviemos del tema, que trata sobre los escritores y su obra.

El tiempo, ese disolvente universal más potente incluso que el agua, hace que los escritos de gente incluso Muy Famosa vayan desapareciendo de la memoria colectiva con relativa rapidez. Así que no hablemos de los Famosetes y los Desconocidos. Para poner un ejemplo, recuerdo cuando yo era más joven (tampoco hace taaanto, caramba) y alucinaba a amigos y conocidos al "confesar" que escribía ciencia ficción. ¿Ciencia ficción? ¡Ah! Pues yo he leído a Asimov, me decían de forma indefectible y para quedar bien.

Hoy en día casi resulta una proeza encontrar a alguien fuera del fandom que haya leído a Isaac Asimov, muchos ni siquiera saben quién es. El tiempo se lo ha llevado. Fiuuu. Se acabó. De igual modo Orson Scott Card ha pasado a un segundo plano, camino del olvido mientras se defiende guionizando cómics, quién se lo iba a decir cuando escribía sobre Ender. Y con las novelas famosas sucede lo mismo: Neuromante ha pasado de ser obra de culto a casi un chiste entre cuatro entendidos nerd. El propio Dan Simmons en la actualidad es más conocido por su libro El Terror que por el grandioso Hyperion. Así es la vida, y las toneladas de novedades sepultan todo lo anterior. Lo bueno tal vez resiste algo más, pero al final también queda oculto. Entonces sólo queda la esperanza de que hagan una película, aunque ésta también desaparecerá devorada por las contínuas novedades, cada vez más espectaculares.

Resumiendo, que el escritor cada vez está más solo. Ante su ordenador (o su papel en blanco si es de la Vieja Escuela), ante el público lector, cada vez más paupérrimo, y ante la memoria colectiva, cada vez más flaca e infiel, que le olvida casi en el acto. Pero no nos pongamos tristes, pues sarna con gusto no pica.

Queda para otro momento una disertación más profunda sobre la Literatura como Arte. No quiero dar demasiado la tabarra, pues hoy ya me he extendido en demasía. Nos leemos o nos olvidamos, lo que pase primero.

viernes, agosto 28, 2009

Los libros son para el verano

Confesémoslo, con los libros pasa lo mismo que con las bicicletas, precisan de sol y tiempos muertos. Así, hasta que algún avispado vendedor no invente un ordenador portátil con el teclado a prueba de arena, hoy por hoy el último reducto de la lectura está en la playa, mientras nos cocemos a fuego lento bajo un sol de justicia. O, para gente más civilizada y sin cobertura, en el campo, bajo la sombra de un buen pino. A la llegada del invierno, ese momento de "onanismo intelectual" se reduce a cuando estamos sentados en la taza del wáter y uno (o una, aquí no hay géneros que valgan) tarda lo suyo en hacer según que cosas y ya se sabe de memoria las etiquetas de las botellas de champú... ¡Cuántos Pilares de la Tierra se han leído entre apretones intestinales!

Sea como sea, hay que reconocer la cantidad ingente de libros que se leen en el verano. Sumemos también las incontables horas nocturnas sin dormir, con el grueso ejemplar de turno asido ante nuestros cansados ojos mientras espiamos el zumbar de ese maldito mosquito que nos tiene acribillados a la que apagamos la luz, un mosquito al que esperamos ver aparecer para hacerle sentir todo el peso literario de nuestra lectura. Y no nos olvidemos de esas tardes tontas de no hacer nada, pero nada de nada, atrapados sin remisión en campings, hostales o pensiones donde la señal de la fatídica TDT, ese Gran Engaño Mediático Para Sacar Cuartos, apenas llega, o lo hace más pixelado que un puzzle gigante al que faltan gran cantidad de piezas. Y para postre están los niños escandalosos de los vecinos, siempre gritando y berreando para impedirnos tener una siesta reparadora.

O sea, que hoy por hoy la lectura se ha convertido en el último reducto de una sociedad hiperactiva, capaz de aprovechar el tiempo incluso en su propio aburrimiento. En nuestro actual modelo de vida (?) siempre hay que Hacer Algo (y jocosamente así se entiende un término tan opuesto a ello como es "ver la tele"). De tal forma, cuando no queda más remedio y el resto de opciones "civilizadas" se ha descartado por imposibles, todavía nos queda el último recurso de la lectura para llenar nuestros tiempos muertos.

Pues en semejante tesitura, ahí van unos cuantos títulos para leer en verano y no morir (intelectualmente) en el intento. Que a fuerza de leer chorradas uno también se vuelve chorras, de la misma manera que viendo programas basura por la tele (99,9 %) nuestro cerebro se atrofia a base de bien. O sea, que lo más sano es mantener la tele apagada y sólo abrir los libros tras asegurarse fehacientemente de que su contenido es estimulante para nosotros. Difícil, claro, pero ahí dejo yo una lista muy personal de Cosas Para Leer En Verano Y Que No Provoquen Sarpullidos A Gente Inquieta. Que no sólo de Larsson vive el lector. Vamos a ello:

En primer lugar, ahí va "El Rojo", de Bernhard Kegel. Un technothriller apasionante sobre la aparición de un calamar gigante en Kaikoura (Nueva Zelanda) tras un enorme maremoto. Relato escrito con soltura por un gran biólogo, quien ya ha sido bautizado como el Michael Crichton alemán. Muy estimulante, tanto en su vertiente de suspense como en su lado científico. Igual que el Libro Gordo de Petete, enseña y entretiene a la vez. ¿Quién da más?

Otra perla para mí muy satisfactoria. El regreso de un gran escritor en estado de gracia. ¡Aleluya! Me estoy refiriendo a "La soledad de Charles Dickens", de Dan Simmons. Cogiendo como punto de partida el accidente ferroviario que tuvo Dickens unos años antes de su muerte, mezclándolo con su novela de suspense inacabada, El misterioso caso de Edwin Drood, y haciendo que su amigo y rival en las letras Wilkie Collins haga de cicerone en tan peculiar bajada a los infiernos, la obra de Simmons va un paso más allá de ser una simple novela histórica. Una obra donde se plantea la tenue frontera existente entre realidad y fantasía, puede que entre genio y locura. Dan Simmons desencadenado como no recuerdo desde su monumental e irrepetible "Hyperion".

Y como no quiero atragantar demasiado al Distinguido, por hoy lo dejamos. Que el verano es muy corto y tampoco se lee tanto, caramba. Otro día, más.

viernes, agosto 14, 2009

Los sonidos del silencio


Una extraña quietud se ha apoderado de mi ánimo. No es para menos: Les Paul ha muerto. El "casi total" inventor de la guitarra eléctrica ha fallecido a los 94 años de edad. Ha gozado de una vida intensa, desde luego, aunque a los melómanos "rockeros" nos ha dejado algo más huérfanos.

Les Paul fue el precursor de la guitarra con cuerpo sólido, la famosísima Gibson, allá por el lejano año 1952. Cuánto ha llovido desde entonces. Que se lo digan a monstruos de la cuerda electrónica como B.B.King, Eric Clapton o Peter Townshend, para poner ejemplos variados.

Todavía resuena en mi cabeza títulos tan emblemáticos como How High the Moon o Vaya con Dios. Tal es su fuerza que incluso parece que estén escritos hace poco. Son atemporales, dignos de un genio. Un hombre que desde joven se empeñó en construir y amplificar de forma eletrónica una guitarra. Tarea nada fácil, como prueba que ya en 1940 casi muriera electrocutado en uno de sus múltiples ensayos. Y luego, en 1948, tras padecer un aparatoso accidente de tráfico, pidió que le enyesaran el brazo roto de forma que pudiera seguir tocando. ¡Ése es mi hombre!

Baste decir que ha muerto un genio, un precursor de la música (sin adjetivarla como "moderna", pues sería quitarle mérito al reducir el impacto). Descanse en paz y que el sonido de su guitarra siga llenando el vacío que nos deja. Por supuesto, ahí va un pequeño homenaje a su talento:



Y, cómo no, una versión de How High the Moon, junto a su esposa Mary Ford, muerta en 1977. El vídeo es bastante deficiente, pero lo compensa la música, canela en rama:




Nos leemos, o nos oímos; lo que pase primero.

lunes, agosto 10, 2009

¡¡Cómo!! ¿Todavía no has leído a Larsson?


Ale, ya estamos con lo mismo de cada año. El Libro del Verano ha caído sobre nosotros como una losa. En algún Lugar Oculto un editor gordo se está frotando las manos. Y lo que más me incomoda de todo esto, es que a mí esta obra me ha parecido interesante. ¿Dónde iremos a parar? ¿Es malo, doctor? Tengo que hacérmelo mirar...

Lo cierto es que, modas editoriales aparte, Stieg Larsson me ha gustado bastante, y eso que empecé a leerlo antes de la movida Léete A Larsson Para El Verano Ya. De hecho, hace varias semanas que me zampé sin patatas ni condimento alguno la Trilogía entera de Millenium y, lejos de provocarme indigestión, me ha dejado un agradable sabor de boca. O sea, me ha gustado.

¿Por qué he disfrutado con la obra? Tal vez porque: a) es un trhiller y a mí me gustan los thrillers; b) habla de política desde una perspectiva de izquierdas, dando palo a las ideologías neo-nazis, y yo soy de izquierdas, claro; c) denuncia las corruptelas de los grandes magnates y yo soy pobre (como una rata, añado); d) denuncia ciertos comportamientos periodísticos lame-culos que yo, sin ser periodista ni tener larga la lengua, he conocido y padecido a veces; e) habla de Suecia y principalmente de Estocolmo, siendo que a mí me encanta Suecia y principalmente Estocolmo; y para acabar f) aparte de escribir con un estilo fluido, se inventa uno de los personajes más carismáticos que yo recuerde desde Sherlock Holmes: la Grande e Inmensa Figura de Lisbeth Salander. ¡Ahí es nada!

Supongo que a estas alturas todos habrán leído al menos la primera parte de La Cosa, así que no descubro nada nuevo cuando digo que el prota, el tal Mikael Blomkvist, es un plasta, un plomo, un muermo, un 007 más cero-cero que siete. Un kleenex de personaje esquemático, usado en otras obras hasta la saciedad, que es mejor lanzar de una vez a la papelera. Si sólo fuera por seguir las andanzas del "intrépido periodista liga-chicas-tontas-del-culo", por mi parte la obra ya estaría bien en las librerías y yo habría pasado de largo. ¡Si hasta el comisario Sanantonio tiene mucha más miga y hondura, caramba!

Pero amigo.... ¡ay, amigo! Lisbeth Salander es harina de otro costal. Una joya de personaje, un diamante yo diría que casi pulido del todo. A pesar de sus evidentes excesos (memoria fotográfica, genio intelectual, hacker de primera fila, diminuta pero experta en lucha cuerpo a cuerpo...) es una creación con alma, que sabe llegar y sacude el interés del lector, haciendo que te sientas unido a sus aventuras y desventuras. Porque la pobre las pasa de todos los colores, sin duda. Un acierto literario, sólo por la creación de esta chica Stieg Larsson ya se ha ganado un lugar en el Olimpo de los Grandes Escritores.

Eso sí, por mucho que os empuje la presión mediática,no hay prisa por leer a Larsson. Que cada cual lo lea cuando quiera... si quiere. ¡Faltaría más! A ver si ahora los editores gordos también nos han de marcar las pautas de lectura, según el interés de sus bolsillos.

¡Ah! ¿Que ya hace tiempo que lo hacen? Y yo con estos pelos...

domingo, agosto 09, 2009

El síndrome de Stendhal


Noticia luctuosa que ojalá no hubiera de reseñar: Ha muerto Daniel Jarque, excelente jugador de fútbol, defensa central y capitán del R.C.D. Espanyol. Tan sólo contaba 26 años de edad, pero al parecer ha sufrido un fatal infarto. Lugar del suceso: Florencia, donde se encontraba el equipo en una gira pre-temporada que ha quedado suspendida. A los aficionados nos deja huérfanos de su buen juego y de una prometedora carrera todavía en ciernes. Descanse en paz. Desde aquí propongo que el nuevo estadio de Cornellà-El Prat lleve en memoria su nombre. Una trayectoria tan ejemplar sin duda se lo merece.

Me quedo sin palabras por varios motivos. El principal es la temprana edad de Jarque, aparte de ser un chaval de la prolífica cantera del Espanyol, donde jugada desde los doce años. Por supuesto también me afecta la causa de su muerte, una sombra que también me ha rondado, aunque al parecer tuve mejor fortuna. De igual forma me ha afectado el lugar del trágico suceso, pues yo también estuve en Florencia y, tal vez por otras causas, me sentí desfallecer.

El síndrome de Stendhal es una enfermedad psicosomática que aumenta el ritmo cardíaco hasta causar taquicardias, acompañado muchas veces por vértigo e incluso alucinaciones. Se llama así porque al parecer quien primero lo sintió, al menos registrándolo para la posteridad, fue el gran escritor Stendhal. El fabuloso creador de Rojo y negro al parecer se notó induspuesto ante la contemplación de la Basílica de Santa Cruz de Florencia. Sin llegar a tanto, yo reconozco que tuve que sentarme extasiado ante la inmensidad del David de Miguel Angel. Y es que todo Florencia en una maravilla, el Arte con mayúsculas rebosa por sus cuatro esquinas. No hace falta visitar el interior de sus innumerables palacios, simplemente pasear por sus calles ya te hace sentir transportado a un punto de casi insoportable belleza.

Un joven y gran futbolista ha muerto en Florencia. La Vida es dura, a veces hasta imita al Arte.

sábado, agosto 08, 2009

Agosto: La Fira del Càntir





¡Ey! Estamos de fiestas en mi pueblo. Como cada año, llega a Argentona la Famosa e Internacional Fira del Càntir. Aunque por culpa del Plan E tenemos todo el carrer Gran en obras, levantado como si hubiera sufrido un bombardeo. ¿Qué se le va a hacer? Este año toca repartir las paradas por otra parte, en los aledaños, paciencia. Eso sí, el año que viene celebraremos la 60ª edición y entonces.... ¡Ya veremos!


Pues eso, a pasarlo bien tanto si venís a Argentona como si no. Para padalearlo mejor os dejo con una muestra del càntir de este año y también una versión surrealista del menda disfrazado de Hulk, a punto de levantar el cántaro más pesado en una divertida competición.... todo en sueños, claro. Que no levanto ni una mosca.


¡Felices vacaciones a los que ya las estéis disfrutando! Y felices también a los que todavía no estéis a punto, como un servidor. ¡Qué lejos queda todavía setiembre!

lunes, agosto 03, 2009

Música para amansar pericos

Pues eso, todavía extasiado por el expectáculo-inauguración del estadio Cornellà-El Prat, ahí os dejo un vídeo del conjunto revelación de Girona: The Pepper Pots. ¡Si parecen las Ronettes! Vuelven los años sesenta. ¡Larga vida al soul!



Pero como uno está guerrero tras el éxtasis, ahí también os dejo algo más marchoso, aunque bastante añejo. El vídeo no se ve muy bien, pero se oye de coña. ¡Y es que se trata del Graaaan Bob Seger y su extraordinario y vitamínico Ka..ka..ka..ka..katmandúúú! Y encima en directo, oiga. ¡Que no decaiga!



¡Katmaduuuu!

domingo, agosto 02, 2009

¡Ya tenemos estadio! (Mi casa, ET dixit)







Pues eso. Brevemente, ya que hoy es la inauguración de La Cosa. Sólo decir que tras 12 largos años POR FIN volvemos a tener estadio. Y de lo mejorcito y más moderno, oiga. Dicen que hasta se podrá encargar comida y refrescos desde el asiento (eso sí, pagando religiosamente con tarjeta).

Esperemos que los accesos a Cornellà estén acabados pronto.

Ahora sólo nos falta meter goles... ¡Que tiemble el Liverpool! Y cierto vecino, jejeje.

¡Visca l'Espanyol!

miércoles, julio 29, 2009

El astuto artesano (de profesión escribidor)

Ha pasado por Barcelona Robert Fripp, ese Pequeño Gran Genio entre otras cosas fundador de King Crimson. Desde mis años mozos siempre le he admirado, a él y a Peter Gabriel principalmente. Ambos, junto a otros como Bruce Springsteen, son de los pocos grandes músicos que nunca han alardeado de ello y se han limitado (¡menudos límites!) a Crear Música. Así, como suena.

El bueno de Robert Fripp ahora tiene entre manos ese experimento llamado The League of Crafty Guitarist, que puede ser traducido como Guitarristas Artesanos o también Astutos. Que cada cual elija la expresión más acorde con su creencia. El caso es que el Gran Fripp dice que "hubo un tiempo en que la música se hacía por la música y el dinero sólo servía para poder seguir haciendo música, música con la gente para la gente". No como ahora, preciso yo, que se hace música sólo para ganar fama y dinero. Así, el Gran Fripp acaba diciendo: "Si quieres ser músico, hazte fontanero: será la forma de ser más libre y creativo como músico en tus ratos libres". Amén.


Eso mismo, saltando de la música a la escritura, es lo que pienso yo. No quiero decir que me considere el Robert Fripp de las letras (¡qué más quisiera!), pero comparto por completo su filosofía. Yo no escribo para tener fama y fortuna, por otra parte un empeño inútil dada mi escasa capacidad artística. Como Shinué el egipcio no escribo para dioses ni faraones, más bien "para mí mismo". Aunque siempre tengo la esperanza de conectar con algún lector que sienta inquietudes parecidas, desde luego. Tampoco quiero ser considerato un "autista de la narración", un hermafrodita del relato que se complace a sí mismo en un círculo vicioso.

Yo escribo lo mejor que puedo y lanzo mis escitos al viento, esperando que fructifiquen en algún recóndito lugar. Millonario no voy a hacerme, y popular tampoco. Soy un "fontanero" que hace música en sus ratos libres ( o sea un administrativo que escribe cuando puede).

Para qué nos vamos a engañar. Soy un no tan astuto artesano que ni siquiera pertenece a liga alguna. Aunque eso sí, a veces hago de "buscavidas" y participo en torneos con otros artesanos más famosos. Y algunos mucho más astutos que yo...

viernes, julio 24, 2009

Imaginación al poder

Parece mentira, pero no es necesario tener Mucho Dinero para gestar algo bueno. Y a las pruebas me remito. No puedo menos que dejar constancia del Talento con la inclusión de este pequeño vídeo que sin duda muchos ya conoceréis. Original y de calidad, sin necesidad de grandes efectos especiales ni un presupuesto bestial. Lo que cuenta es la imaginación.



¿Vale? Pues eso, nos leemos.

martes, julio 14, 2009

Marathon Men.


Es curioso. Me viene a la memoria una entrevista al escritor Haruki Murakami que leí no hace mucho. El autor de After Dark, Tokio Blues y Kafka en la orilla exponía su particular teoría sobre los paralalelismos existentes entre escribir una novela y correr una marathon.

Para quien no lo sepa, este gran escritor japonés es un gran aficionado a semejante deporte, de hecho participa en varios maratones al año. Incluso cuenta que en 1995 llegó a correr una carrera de 100 kilómetros... ¡ahí es nada! Yo no hago ni una cuarta parte, aunque también en mis años mozos realizé mis pinitos en eso de patear las carreteras y los caminos. Mea culpa, tal vez por ello ahora mi barriga es más prominente y mi prosa resulta tan cansina...

Volviendo al tema, Murakami nos dice que "para escribir hay que entrenarse, preparase, no sirve cualquiera, eso del escritor borracho es un mito, hay que tener una fortaleza física y psicológica". Nada que objetar; yo mismo soy un claro ejemplo, ya que no escribo bien ni borracho. Pero lo que sin duda me parece un gran acierto es esa comparación entre una carrera larga y una novela, señalando que ambas son actividades de larga distancia.

Dice Murakami que "trabajar en algo artísitico es una labor insana que el creador debe compensar con una vida sana y deportiva". Mal vamos, caramba. No lo veo tan exagerado, puede que sea por mis escasas dotes de creador. En lo que sí estoy de acuerdo es en la fortaleza mental que un escritor debe desarrollar para escribir un libro. Igual que en una Marathon hay un largo camino a seguir, fatigas que sortear y un final, donde no siempre se gana. A veces, en el control de avituallamiento puede venirnos una pájara de campeonato que nos haga llegar (si llegamos) groggies a la tan ansiada meta.

Ahora va a resultar que el oficio/hobby de escribir no sólo es malo para el bolsillo, con su prolongado esfuerzo sin retribución alguna. También puede ser pernicioso para la mente. O sea, que menos darle al teclado y más salir a correr en zapatillas por ahí.

Escritores del Mundo: Seamos unos genuinos Marathon Men. Y no sólo para beneficio de los posibles lectores, Nike y Addidas también nos lo agradecerán.

sábado, julio 11, 2009

Antes que el editor sepa que has muerto.


Y van... Ya he perdido la cuenta, de veras. Son malos tiempos para los dibujantes. También ha muerto Alfons Figueras, uno de los grandes historietistas/humoristas de este país. Tras destacar en los años 40 y marchar de España en los 50, su paso por Venezuela le hizo aprender las técnicas de la animación. Así regresó en 1967 y entró dentro le la Sublime Élite de Grandes Autores que explotó Bruguera hasta la saciedad. Nombres míticos, muchos por desgracia ya desaparecidos, que siempre llevaré en la memoria: mi idolatrado Manuel Vázquez, el admirado Raf, el añorado Conti, incluso el mejor Ibáñez (cuando no se repetía hasta la saciedad), formaron una gran cantera de dibujantes para solaz de mis años mozos.


Sin duda el más importante éxito de Alfons Figueras fue su personaje Topolino, el cual he de ser sincero y admitir que no me gustaba cuando yo era pequeño. Algo que cambió al releerlo años más tarde, al encontrar todo el sentido a sus historias, terriblemente cinematográficas y con grandes dosis de surrealismo que escapaba a una mente infantil. El propio Figueras confesaba en una entrevista que al viajar en tren veía a niños leer tebeos y saltarse sus historias por incomprensibles. Claro que él había creado un héroe bastante atípico, bajito y con bigote, a quien nunca nadie creía cuando salvaba al mundo de las locuras de su archienemigo el Dr. Siniestro.

La editorial Astiberri tiene publicado un tomo con las aventuras de Topolino, "el último héroe", que yo recomiendo de forma encarecida. Otros personajes celebérrimos suyos fueron Aspirino y Colodión, esos científicos chiflados (en especial el segundo) que tanto disparate crearon. De igual modo, Figueras fue un buen dibujante del llamado Humor Negro, como muestra la recopilación de Estampas malignas que ha lanzado El Patio Editorial. Como el gran Mr. Hyde que dibujó para el diario catalán Avui en una tira muy estimable.

Lo cierto es que con la desaparición de Alfons Figueras un vacío importante se ha producido en el Arte com mayúsculas. Era uno de los pocos creadores que ignoraban las modas, las tendencias del momento y los dictados editoriales. Fiel a su estilo único, entre surreal y macabro, casi sin palabras, deudor del cine de terror al que solía homenajear con maestría, con personajes monstruosos y estrafalarios, entre cementerios, laboratorios lóbregos y amputaciones, siempre con un delicioso humor negro de fondo, sin duda le encontraremos a faltar.

Y es que Figueras sabía que el Arte lo hacen los artistas, no los editores. Es más, él tuvo el valor de hacerlo. ¡Qué gran maestro!

domingo, julio 05, 2009

Minutos musicales... pero qué minutos

Pues eso, para este finde algo Excepcional Sin Paliativos. Sólo os pido algo de paciencia y relax. ¡Es una gozada!



¿A que mola? Ale, hasta pronto.