Ya es primavera no sólo en El Corte Inglés, también en Alemania. Y en dicho país, como cada año, estalla la fiebre del espárrago. El archiconocido y sabroso spargel de Beelitz, población cercana a Berlín, estalla en todo su esplendor. Entre finales de Abril y San Juan los alemanes se lanzan cual huestes famélicas a la consumición de espárragos blancos. Cremas, sopas, pastas, con flietes empanados, con mantequilla o jamón de Parma, incluso solos, los espárragos blancos de Beelitz campan en todas las mesas que se precien.
Como hasta hace poco hacían los españoles durante la vendimia en Francia, ahora son los polacos quienes acuden en masa para recolectar tan preciado manjar por cuatro chavos. Aunque no todo es maravilloso, existe una dura competencia con los espárragos españoles, los cuales se venden más baratos e inundan antes el mercado. Por una vez y sin que sirva de precedente... ¡somos competitivos en algo! Pero el spargel aguanta el embate, como aguntó a los nazis en la Segunda Guerra Mundial y las campañas stalinistas de la posguerra, que redujeron su cultivo por considerarlo un producto bajo en calorías. Ya decía Goethe que "el espárrago es el rey de las verduras, lástima que su reinado sea tan breve".
Otro tipo de espárragos, éstos más indigestos, parecen brotar en Düsseldorf. En dicha población, siguiendo la estela dejada por la Comédie Française, el Ayuntamiento pretende retirar el premio Heinrich Heine, dotado con 50.000 euros, al escritor Peter Handke. ¿Por qué se quiere castigar a tan insigne literato? Pues porque el hombre tuvo la ocurrencia de asistir al entierro de Slobodan Milosevic. Si alguien no lo recuerda, éste era el antiguo presidente serbio y cuando murió estaba encarcelado, acusado de crímenes de guerra y genocidio por las cruentas guerras que azotaron la extinta Yugoslavia.
No voy a defender al impresentable de Milosevic, nunca me ha parecido un personaje ejemplar ni mucho menos. Su mirada fría y a la vez soberbia siempre me puso en guardia contra su persona. No soporto a la gente que mira así, desde arriba y como perdonándote la vida. Por desgracia, en el mundo hay muchos más personajes de su catadura, como por ejemplo el ahora amigo Gadafi. No me fio de esa gente en absoluto, su comportamiento mesiánico me produce escalofríos. Pero en el caso del dictador serbio, decir que sólo él (y por ende su pueblo) fue el responsable de la guerra de Bosnia y de las matanzas que se prudujeron me parece muy simplista. Las causas son complejas y las culpas, como un enorme pastel, habría que repartirlas más equitativamente. Incluso el admirado Clinton aquí tiene una buena ración para comérsela, con peladillas y todo.
En cambio, el escritor austriaco Peter Handke siempre me ha caído bien. Su mirada es directa y dice las cosas como las piensa, sin paños calientes. De hecho, durante varios años, ha sido un firme candidato al Premio Nobel, estando a punto de ser nomiando repetidas veces. Pero su posición de defensa de la causa serbia le ha granjeado muchas enemistades, hasta el punto de haberse desencadenado una auténtica caza de brujas contra su persona. Y lo que es más doloroso, se trata de enemistades políticas, como acusan dos miembros del jurado que han dimitido por presiones. Nadie puede refutar su genio literario, pero se le ningunea porque no mantiene la opinión oficial y es capaz de llevar la contraria al poder. Muchos críticos se han lanzado en su contra azuzados por intereses ajenos a la literatura. Y esto sí, esto me parece muy triste.
Vamos, que observando el proceder de ciertos políticos e intelestuales acaba por vérseles el plumero. ¿Cómo pueden justificar que se le de a alguien un premio y a renglón seguido, sin que suceda nada más, se le niegue arguyendo que no merece tal honor? ¿No suena todo esto a presiones externas, a sistema podrido? Dado el fervor que algunos popes del bien pensar ponen en aplastar a todo el que no comulga con ellos, tan sólo se me ocurre una cosa.
Mandarles a freir espárragos.
16 comentarios:
Ay, donde estén los espárragos "La carretilla". XDDDDDDDDD
¿No será más bien el carretillero, picarona? ;-D
¿Qué? ¿Has puesto los espárragos para compensar lo de la nube?
A mí particularmente no me van mucho (ni el carretillero), pero a Sonia le encantan, se los come "doblaos".
Pues sí, es una pena que la política interfiera en premios que no tiene nada que ver con ello, pero eso no sólo pasa en la antigua Yugoslavia, pasa por todos los lados; como tengas ideas contradictorias con quienes otorgan el premio, date por...
Más o menos, que tengo a las lectoras muy soliviantadas, jejeje.
Sobre gustos culinarios, a un servidor le gustan más los espárragos silvestres, fíjate. Una tortillita de éstos con gambas.... ¡Mmmm!
Lo malo no es que "esto" pase en la antigua Yugoslavia, lo malo es que pasa en Francia y Alemania, presuntas cunas de la "democracia europea".
Y de nuevo te doy la razón, por eso yo mismo gano tan pocos premios, jejeje. ¡Qué excusa más chuli acabo de inventarme! ;-D
Que no jolines, la carretilla, aunque ahora el tamaño ya no es el mismo. Ejem... :-P
Dicen que el tamaño no importa... al menos el de los otros. ;-D
Pues a mi, los espárragos me gustan poco gruesos... De otras cosas: No comment!
Vale, no comentemos más. Que a este paso voy a tener que pedir asesoramiento a Nacho Vidal...
¿Que el tamaño no importa? ¿QUÉ EL TAMAÑO NO IMPORTAAAAAAAAA? XDDDDDDDDDDD
A partir de metro y medio te aseguro que no, jejeje.
Depende de lo que estemos hablando, claro. Metro y medio importa si se es:
a) jugador de baloncesto
b) si la estantería está muy alta
c) Si hablamos de hormigas (una hormiga de metro y medio... no es que importe... es que impone)
d) etc.
En este mundo, todo es relativo.
¡Bah! Donde no llega la mano de un caballero español, llega su espada. ¿O era otra cosa? ¡JUAS, JUAS, JUAS, JUAAAAS!
Cierto, todo es relativo.
Y para hormigas de metro y medio, las de mi jardín. Y no veas cuando bailan claqué...
Hombre, pues yo de ti las llevaba a las Ramblas y con un poco de suerte, de aquí nada todos a las Bahamas mientras las mirmeceanas se ganan el sustento con el baile moderno.
No quieren salir de Argentona, que es un pueblo con fama de tener la mejores hormigas. ¡Si hasta nuestro más famoso bar-granja, local de reuniones hasta de la peña de socios del Espanyol, se llama "La formiga d'or"!
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