Capitulaciones del intelecto

Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo.

Groucho Marx.

jueves, abril 20, 2006

El cuento de la lechera

Vamos a descubrir una (otra) de mis fobias: las estadísticas. No me las creo, soy así de cerril. Los motivos tal vez hay que buscarlos cuando yo estudiaba Metodología. Uno de mis libros de "patera" (palabra que indica tener un volumen no en la cabecera, si no en la pata de la cama, jejeje) es el descomunal volumen titulado "Bioestadística - Métodos estadísticos para investigadores". Buceando en sus páginas, que ya es mucho bucear, uno llega a la conclusión de que con las premisas adecuadas se puede demostrar "científicamente" cualquiuer cosa, por muy disparate que sea.
Sirva de ejemplo la típica situación: Dos hombres en un restaurante, uno se come un kilo de carne y el otro nada, que no tiene un duro. Estadísticamente hablando cada cual se ha zampado medio kilo de carne. Entonces, ¿por qué le gruñen las tripas al segundo? Misterio matemático. De idéntica forma los gobiernos de todas partes hacen cuadrar sus IPCs para que los salarios con cláusula de revisión siempre estén por debajo de la realidad. Dependiendo de los factores a tener en cuenta, el índice de precios al consumo se disparará más o menos. Vamos, como el timo del toco mocho.
La última parida que ha llegado hasta mí es el "estudio" realizado por la consultoría norteamericana, ¿de dónde si no iba a ser?, que consulta bajo el nombre de Basex. Según el estudio "científicamente probado" las pausas de los trabajadores en sus puestos de trabajo, ya sea para cotillear, telefonear, ir al lavabo o fumar un piti, causan unas pérdidas de 588.000 millones de dólares... no sé si anuales, mensuales o diarios, pero son un huevo de millones.
Me olvidaba decir que la firma Basex, autora de tal estudio, tiene la solución y la vende bien de precio a las empresas que quieran ser clientes. ¿Habrá alguna que pique? Yo creo que sí, no hay nada más patético y obtuso que un empresario a quien insinúan que "sus" trabajadores le están haciendo perder dinero. ¿Y el que le hacen ganar qué, eh? Silencio en la sala.
Pues eso, brindemos por la nueva divinidad de nuestra sociedad: la estadística. Gracias a ella se puede mesurar cualquier tontería, pues es evidente que un trabajador rinde muchísimo más sin esas pausas para liberar tensiones. Que son como robots y no se cansan ni bajan de ritmo nunca. Y que vengan de casa meados, no hagan perder más tiempo.
Lo que yo digo, es el cuento de la lechera. Y encima con mala leche.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo desde que oí una variante del la historia del restaurante le tengo una tirria a las estadísticas... (antes solo las ignoraba)

La gente se inventa estadísticas solo para desmostrar cualquier cosa. Esto es algo que sabe el 17% de la población.
(Homer Simpson dixit)

Anónimo dijo...

Pues mire usted (jejeje) el 50% de los comentaristas de este texto (hasta el momento) son aficionados a las estadisticas por amor al arte. Incluso llegó a contar las vocales de un texto para sacar los porcentajes que cada una conseguía en el mismo.

escritor1 dijo...

¡Vaya! ¿Os dais cuenta que el 100 % de los comentaristas de este post hablan de estadísticas? Otra definición de estadística: la explicación de lo obvio. Y su derivado comercial: explicación de lo obvio... para quien paga.

Anónimo dijo...

Algunas estadísticas son totalmente inútiles. Y algunas de las útiles pueden ser poco fiables porque pueden haber sido manipuladas. No obstante, yo soy muy aficionado a las estadísticas... deportivas. Que son ínofensivas.

escritor1 dijo...

¡Pero si las estadísticas deportivas no sirven ni para ganar quinielas! :-D