Capitulaciones del intelecto

Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo.

Groucho Marx.

domingo, abril 30, 2006

Paisaje con neurona (oliendo a pollo)


Como supongo que en este puente laboral todos más o menos estamos de fiesta, es el momento de proponer algún acto lúdico. Si nadie tiene nada mejor que hacer y vive o pasa por Barcelona, en el CosmoCaixa de la capital catalana presentan estos días la exposición Paisajes neuronales. Resulta sorprendente ver las imágenes de las neuronas realizadas con las técnicas más avanzadas y compararlas con los dibujos que de ellas hiciera Ramón y Cajal hace cien años, ayudado simplemente por lápiz, papel e intuición. La similitud resulta asombrosa y demuestra lo genial que era este hombre.
Pero lo que más me ha llamado la atención es el enorme parecido que la cincuentena de imágenes expuestas tiene con cuadros que bien pudieran haber firmado un Picasso o un Miró, por ejemplo. Los coloridos y las formas se asemejan tanto a las técnicas vanguardistas de pintura que uno vuelve a dudar de la separación entre ciencia y arte. Máxime cuando le han concedido el premio a la mejor imagen a una de las obras titulada Hipocampo y córtex cerebral.
Me olvidaba. Lo más curioso son los textos que acompañan las ilustraciones. El de la premiada en concreto rezaba así: “Miguel R., 45 años, tras la toma de LSD, siente que toda la calle Aribau huele a pollo”. Debo confesar que me lo creí hasta descubrir que la foto en realidad correspondía al córtex cerebral de un ratón. Poesía y ciencia, no te digo...
Todo esto me sirve de reflexión cuando leo sobre la ONG Coca y Soberanía, un movimiento boliviano que pretende concienciar a la opinión pública internacional sobre la importancia que tiene la coca en Bolivia. Bajo el título de “Coca, coca, coca” se ha inaugurado en La Paz una muestra de pintura de los llamados pintores cocaleros. Creadores como Gastón Ugalde ( el Andy Warhol andino) presentan una muestra pictórica donde la coca sirve como fuente de inspiración. Dicen los artistas que dicha planta “tiene un sentido ritual muy fuerte, extraído de la cultura boliviana”. Incluso se muestran retratos hechos con coca de personajes tan conocidos como el mismo Che Guevara.
No es mi intención criticar aquí un movimiento social que tiene mar de fondo (el campesinado boliviano, sin ir más lejos), todo ello merece estudio aparte. Ahora bien, el concepto que nos muestra resulta interesante por lo que se desprende de ello: muchas veces, a otros niveles y de forma mucho más subrepticia, somos “estimulados” para apreciar o desear ciertas obras. Pongamos un ejemplo.
Me cuentan el enésimo intento que ha realizado alguna empresa (creo que japonesa, tanto da) para vender películas con olores incorporados. La idea ya es vieja, pero parece que ahora sí, que por fin va en serio. No sé cómo lo consiguen, reconozco que no presté excesiva atención, pero al parecer cuando uno vea una película le invadirán fragancias que ayudarán a captar los momentos intensos del film. Alegría, tristeza y cualquier otro sentimiento serán provocados por ciertos efluvios que estimulen nuestro cerebro, activando áreas concretas y haciéndonos más partícipes de la historia. De nuevo cierto Arte (?) intenta triunfar, vender, provocando reacciones de forma artificiosa, dándonoslo todo mascado y sin requerir de nosotros el menor esfuerzo de interpretación. ¿Necesitarían autores de la talla de Akira Kurosawa o Alfred Hitchcock olores en sus films para dotarles de mayor realismo? Yo creo que no.
Pues vale, pues muy bien. Visto lo visto, leído lo leído, parece que se trata de frenar nuestro espíritu crítico, creando en su lugar estímulos deterministas que nos empujen hacia direcciones concretas. Comprendo perfectamente que nuestras neuronas, acosadas hasta el exceso, acaben oliendo a pollo.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lástima que me pille un pelín lejos la expo, que si no, me apuntaba fijo.

... y sí, Ramón y Cajal era la CAÑA!!

escritor1 dijo...

Pues nada, les digo a los de la expo que luego se pasen por los madriles. ¡Faltaría más!
Ejem, sí es la caña, sí. Pobre Ramón y Cajal, ¡si nos oyera expresar así! Seguro que le daba un pasmo. ;-D

Anónimo dijo...

Vivan Ramon y Cajal, que fueron la caña!!!

escritor1 dijo...

Pero más Cajal. Por eso yo propongo que les llamemos Cajal y Ramón, como habría de ser.

Anónimo dijo...

Enga esa expo. :-P

escritor1 dijo...

¡Oído barra! Y con aceitunas...