Capitulaciones del intelecto

Desde el momento en que cogí su libro me caí al suelo rodando de risa. Algún día espero leerlo.

Groucho Marx.

jueves, mayo 25, 2006

Muerte de un ciclista



La noticia no me ha sorprendido en absoluto. Hace tiempo que me lo veía venir. La detención de Manolo Saiz, un director deportivo siempre en el ojo del huracán, así como de Eufemiano Fuentes, médico al que persigue el escándalo, ha puesto en evidencia lo que ya era del dominio público. En el mundo del ciclismo la gente practica el dopaje de forma sistemática.

Yo siempre he sido un gran aficionado a este deporte, el único capaz de exigir (casi) el mismo esfuerzo a todos sus participantes. Me quedaba como un pasmarote todas las tardes de verano para ver por la tele las etapas del Tour y del Giro (incluso las de la Vuelta, fíjate tú). A veces había bronca con la parienta porque ella quería ir a la playa precisamente cuando Marino Lejarreta, Perico Delgado o Miguel Indurain llegaban a la montaña. ¡Pero oye, que hoy escalan el Tourmalet! Y ya estaba liada. ¡No sé cómo no te cansas de ver siempre lo mismo! Ejem, ¿me meto yo acaso con tus culebrones, eh? Pero dejémoslo aquí. No es el tema de las rencillas domésticas de lo que quiero escribir hoy.

Ahora resulta que Perico Delgado tenía razón (creo que fue él pero poco importa, fue un ciclista) cuando sentenció aquello de "no se puede subir el Torumalet con sólo un bocadillo de chorizo". ¡Pues claro que no! Si nos ponemos a pensar, cada año el pelotón, la Sierpe Multicolor, parecía volar más deprisa, batiendo sin cesar récords de velocidad. Los corredores eran más completos, lo mismo subían, bajaban o recortaban segundos al crono. ¡Eran superhombres! ¿O no? ¿Qué había dentro de sus bocadillos de chorizo?

Vivimos en una sociedad hipócrita hasta la médula. Por una parte se exije a los corredores que sean más veloces, más resistentes, más de todo, que rompan marcas, que escalen y corran a la velocidad del rayo. Y luego nos horrorizamos cuando descubrimos que han tomado sustancias prohibidas para aumentar su potencial. ¿A qué estamos jugando? Tienen que ser pillos, hacer trampas, pero no han de dejarse cazar. Me viene a la memoria el caso Armstrong, alguien que por soberbia no supo frenar a tiempo, quiso ser más que ninguno y quedó en evidencia. Me temo es el ejemplo paradigmático de todo lo que digo, como bien quedó reflejado en un excelente episodio de "House" sobre tan espinoso tema.

No nos engañemos, las víctimas reales de todo este triste episodio son los ciclistas. Ellos sufrirán en sus organismos el uso de tantos anabolizantes, esteroides, hormonas, broncodilatadores, estimulantes y EPO que han utilizado. Muchas veces por imperativo de sus directores deportivos, sabedores de que habían de rendir al máximo o serían despedidos y no ganarían dinero. Incluso utilizando algo tan peligroso como la autotransfusión, cuando les era extraida la sangre tras entrenarse a gran altura, una sangre rica en oxígeno que era guardada en neveras. Más tarde, cuando en plena competición debían hacer un esfuerzo extra, se les volvía a inyectar para oxigenarse. Que luego todo este proceso pudiera producir problemas cardiovasculares era un riesgo más de la profesión. Te chinchas, haberte dedicado a otra cosa.

Ciertamente, he perdido mi afición al ciclismo. Ahora sólo veo a un grupo de pobres sufridores, semejantes a cobayas humanos, quienes se someten a una tortura cruel por imperativo crematístico. ¿Qué intereses empresariales se esconden detrás de semejante mascarada? ¿Cuántos habrán muerto como Pantani, juguetes rotos incapaces de rehacerse de una forma de vida tan peligrosa? Trombosis, arritmias, infartos... Su destino no es que sea esperanzador. La etapa reina, con una pájara enorme, les aguarda agazapada en algún momento de su incierto futuro.

Uno de los motivos por el que abomino del "deporte profesional" en general es precisamente su lado turbio, esos tejemanejes de dopajes y presiones, donde sólo sirve el éxito y cualquier salvajada es válida con tal de ganar dinero. Cierto que hoy en día incluso los deportistas amateurs, esos gilis que van al gimnasio y toman anabilizantes para "marcar musculito", se están jugando el pellejo... y encima gratis. ¿Es que nadie se da cuenta del peligro?

Como en la gran película de Bardem, todos estamos viendo morir al ciclista. Pero nadie hace nada para evitarlo.

Qué asco de sociedad.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué tiempos, cuando corría aún Induráin. Mi hermano, mi cuñada y yo, estábamos viciadísimos viendo el Tour, la Vuelta (incluso alguna vez fui a ver la Vuelta en persona, fíjate, y eso que yo soy de las que, pudiéndolo ver en la tele...). Supongo que aquellos que no son aficionados, no puden entender que te pases horas viendo correr a un buen puñado de tíos en mallas, y como si de un abejarruco se tratase, escuchar al "narrador" de turno: El gran Perico Delgado que, a mí al principio, ni puñetera gracia me hacía, pero luego era quien más me gustaba contando cómo iba el asunto... ese ponerte al día de cómo iba el pelotón, sumado a sus experiencias como corredor, no tenía precio (hablo en pasado porque hace tiempo que no he vuelto a engancharme al asunto, jeje)

En fin, lo de dar pena... bueno, ellos tampoco se niegan. No sé, no sé, a mí en realidad, el ciclismo es lo que me da pena, qué quieres que te diga.

Suskiin dijo...

Yo también tuve mi época de ver ciclismo. Supongo que comencé por inercia, porque lo ponían en casa, y terminé viéndolo todos los días. Luego se me pasó.
Desde luego es triste que para ser un gran deportista te tengas que joder la salud y hacer trampas. ¿Qué no se puede sin eso? ¿qué sería menos deporte si completaran una etapa y llegaran a meta sólo con el esfuerzo de sus piernas? Parece ser que no es bastante.
Estoy contigo: que asco. Cuando el deporte deja de ser deporte y se convierte en negocio ya no me interesa. Por eso hago yoga por placer, ea!

Anónimo dijo...

A mí el ciclismo, como dice Suskiin, de inercia y cuando Indurain. Hace mucho que no me intereso por él, pero es un deporte muy duro, muy exigente, y hay deportistas que sólo tienen eso, montarse en una bici y pedalear hasta echar el hígado por la boca.
Muchos, como dice el number one, no tienen más remedio que doparse porque se lo exige el club, o su entrenador, o el director deportivo... ¿Acaso nosotros no nos quedamos unas horas más en el trabajo si te lo pide tu director, pese a estar reventados de cansancio? ¿Acaso un obrerillo se niega a subirse a un andamio sin un cinturón de seguridad si se lo ordena su jufe de obra? Si no hacemos caso a nuestro jefe, lo normal es que te rescinda el contrato y busque a otro que sí se lo haga... Pues imaginaros en el ciclismo,donde los resultados son fundamentales: como todos se dopan, rinden más, si tú no lo haces, no estás a la altura, si no estás a la altura, no te queremos... al año siguiente estás sin equipo y en el olvido porque no ganas...
No, no toda la culpa la tiene el corredor, la expresión "ellos tampoco se niegan" depende mucho del contexto en el que se encuentre.

Anónimo dijo...

Rafa, no es lo mismo quedarte echando horas, que doparte. No me vale ese ejemplo.

Y el contexto es perfecto. Ellos no se niegan. Si ninguno se dopase, a lo mejor bajaban el ritmo y competían en igualdad de condiciones, que al fin y al cabo, es de lo que se trata.

Anónimo dijo...

Si todos se dopan también siguen compitiendo en igual de condiciones ¿no?. Trabajar más de la cuenta cuando estás reventado, es malo para la salud; tomar centramina para estudiar más, es malo para la salud; que un médico tome estimulantes para aguantar los largos turnos de operaciones, es malo para su salud (y para la de los pacientes); atiborrarse a café para permanecer despierto, es malo para la salud... Muchos hacen cosas que son malas para la salud no porque quieran, sino porque se ven indirectamente obligados a ello, porque si no lo hacen tienen cosas que perder, en mayor o en menor medida. Para esos corredores el ciclismo es su vida, algunos se doparán porque les va la marcha y son ellos los que quieren, otros se verán en el conflicto de si hacerlo o no hacerlo; la vida "útil" de un deportista profesional no es larga y muchos cederán porque si no lo hacen perderán todo por lo que han luchado, aceptando el riesgo, y no precisamente por placer, sino por obligación.
No estoy a favor del dopaje, que conste, pero eso de que lo importante es participar sólo es válido para nosotros, no en la élite de los deportes.

Anónimo dijo...

Que el ciclismo está podrido hace tiempo que se sabía. Mi abuelo era un gran aficionado y para él una bicicleta era poco menos que el más preciado de los bienes. Y me relataba carreras como si fuesen hazañas, algo épico, como una lucha sin tregua con las únicas armas del esfuerzo... Bueno, eran otras épocas. El concepto del deporte hace tiempo que se perdió, se extravió por las callejas que conduden a las medallas y a las copas, cuando en realidad el deporte debería enriquecernos por el esfuerzo de superación, por la dedicación. En una sociedad tan competitiva e idiotizada, los principios se diluyen como un azúcar en el café de las apariencias, de los "triunfadores". A mí personalmente nunca me enriquecieron las dos modestas copas de futbol sala de mi juventud, en cambio lo que sí me fortaleció fue convivir y compartir durante años con mis compañeros. Y eso es el deporte. Y eso es ganar.

escritor1 dijo...

Jo, me habéis emocionado todos! ¡Cuánta gente "antiguamente aficionada al ciclismo"!
En efecto, yo creo que este deporte tiene una grandeza única, pues hasta el último en llegar ha de peladear todo el recorrido, no vale escaquearse. Claro que luego están los aguadores, que suben y bajan varias veces transportado el agua y los v´vieres y hacen mucho más, o los sicarios que tiran a muerte llevando casi en volandas a sus jefes de filas... No es lo mismo subir una montaña a tu ritmo que a toda pastilla, claro.
Pero lo único cierto es que en el ciclismo, y en todos, todos, todos los deportes profesionales, impera el juego sucio. Donde haya dinero que ganar siempre habrá alguien que quiera ganarlo "como sea".
Lo vergonzoso es que se alarguen las etapas con trayectos inhumanos y luego se ponga cara de sorpresa cuando se descubra que los corredores se dopan para afrontar el trayecto. ¿Qué necesidad hay de que las etapas sean de doscientos y mucho pico kilómetros? ¿Y escalar cuatro o cinco puertos de una sentada? ¡Ay el espectáculo! Mucha hipocresía es lo que hay.
Y se comenta el caso de algún corredor que se ha negado a doparse y ha sido puesto en una lista negra y apartado de los equipos. No recuerdo el nombre, pero hasta uno de ellos se atrevió a presentar denuncia... y nunca pasó nada.
Como bien apunta el padrino, no se puede confudir el deporte con el deporte-espectáculo, algo diferente que ya se inventaron los romanos en su día. "Panem et circensis". Hoy el fútbol y otros deportes han sustituído al circo romano, pero se conserva la esencia y los emperadores romanos siguen levantado o bajando el pulgar.Así la masa, entre bronca y bronca, dormita y no se alborota.

escritor1 dijo...

¡Ey, yo también parezco dopado! Entre otras cosas he puesto "peladear" en vez de "pedalear". Aclaro que es porque lo hacen comiendo peladillas o porque van pelados...

Anónimo dijo...

Sigues sin convencerme, Rafa, y que conste que yo sí estoy a favor del dopaje. AAAJAJAJAAAAAAAAA

escritor1 dijo...

Pues claro, que al final el único que hace trampas es el ciclista que no se dopa. ¡Será...! Así cualquiera, vaya.